Una muestra de la maldad humana
Por: Froilán Casas
Obispo de Neiva
¡Oh, hombre, eres un ser paradoxal! La grandeza humana es impactante, su bajeza es impresionante. ¡Qué paradoja! El ser humano, tan grande y tan pequeño. Permíteme decirte, amigo lector, al conocer en buena parte la historia de la humanidad, sencillamente, excúsame comentarlo: me avergüenzo de pertenecer a la raza humana. ¡Tantas atrocidades que ha cometido el hombre a lo largo de su historia! Por doquier: genocidios, infanticidios, masacres en todos los niveles de la vida: humana, animal, ecológica. De esta cruda realidad no se escapa ninguna etnia, cultura, partido político, religión o causa. ¡Qué horror! Hasta se ha matado a tanta gente en nombre del dios que fabrican los hombres marcados por su egoísmo y ambición; la soberbia no conoce límites. Es verdad, la naturaleza sin el hombre no tendría sentido, ¿quién la interpretaría y la admiraría? Sin embargo, llega el hombre y comienza la contaminación. ¡Qué horror! Quiero ofrecerte, amigo lector, una muestra del universo de la crueldad humana, el genocidio armenio ocurrido entre 1915 y 1917; fue verdaderamente un holocausto, un horrendo crimen; se buscó exterminar al pueblo armenio. Como la historia la suelen contar los vencedores, poco se sabe de aquel fatídico espectáculo. La historia de Armenia es muy interesante. Ese minúsculo país situado en el continente asiático, en el Cáucaso, a orillas del mar Negro y que fue obligado a hacer parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, ha salido últimamente en las primeras páginas de las noticias en el mundo a raíz del conflicto latente y ahora patente de la zona de Nagorno Karabaj. La nación armenia fue evangelizada haciendo parte del Imperio Romano hacia el año 301 d. de C., obviamente. Ha sido el pueblo más sufrido a causa de su fe a lo largo de los siglos; hoy es un pueblo profundamente cristiano, como decía Tertuliano: “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”. En la última terrible persecución que padecieron, si se quiere la más cruel, causada por el Imperio Otomano, hoy Turquía, por el terrible delito de ser cristianos. En su época y -no sé si aún hoy-, o se es muslim = creyente en Alá o, sencillamente, la muerte. Pues bien, el pueblo armenio se resistió a ser absorbido por el Imperio Turco-Otomano que a la par con el dominio político, se imponía el domino religioso. De los dos y medio millones de armenios que vivían hacia 1915, asesinaron, masacraron a un millón ochocientos mil, sencillamente arrasaron a ese pueblo. Nadie protestó, las naciones circunvecinas no levantaron una voz: ríos de sangre corrían por ese hermoso y lindo país. ¡El martirologio armenio es impresionante! Cómo ha sido silenciado ese vil genocidio. Si en el holocausto judío martirizaron a seis millones de descendientes de Abrahán; en el holocausto armenio asesinaron a millón y medio de la pequeña población armenia. ¿Cuál delito? Ser armenio y ser cristiano. Es, tal vez, el único país del mundo que no ha podido separar la fe de la vida. Durante el genocidio aproximadamente dos millones de armenios salieron del país, fueron a la diáspora para poder sobrevivir. Charles Aznavour, Andre Agassi eran de origen armenio.