No basta ponerse la camiseta
Froilán Casas
Sí, concluyo la idea: hay que sudarla. Hay gente que cacarea mucho y poca efectividad; en otras palabras, mucho ruido y pocas nueces. Hay personas que se enorgullecen de su empresa y, eso está bien, pero poco aportan a su crecimiento. El “capital” más importante de una empresa es el talento humano. Usted es lo que son sus actitudes. Hay personas que no están contentas con nada, a todo le ven problema; son los aguafiestas de un grupo humano. Sus comentarios siempre están cargados de resentimiento y trasmiten el veneno que llevan por dentro. No están en paz consigo mismos, por eso son tan pasionales: huya de esta gente, le daña su día. Huya de la gente que solo vive hablando mal de los otros, son tan pobres mentalmente que, no tienen la capacidad de autoevaluarse. Viven arreglándoles los problemas a los demás y no arreglan los propios. Son personas frustradas y quieren llenar su vacío amargándole la vida a los demás. Una empresa es el producto de sus integrantes. La empresa progresa y se posiciona en el mercado si se trabaja en equipo: hay que ser como los gansos que vuelan en V para contrarrestar la fuerza del viento y en equipo van abriendo camino. Cuando el ganso “timón” se cansa, pasa al último lugar para “descansar” un poco. Todos llegan a la meta propuesta, porque van unidos. Aquí en muchas empresas aparecen “francotiradores” que torpedean cualquier iniciativa: se instalan en su “experiencia” (léase manías) y frenan los cambios. Defienden posiciones que ya no son respuesta a las necesidades actuales y a las exigencias del mercado. Una empresa compuesta por este tipo de especímenes, camina hacia su extinción. Cuando usted ve a su empleador como enemigo, sea coherente, renuncie a ser “mártir”; otro lo hace mejor que usted. No se crea necesario, trasmita la información a los otros. El mal que usted le puede hacer a su empresa será superado por una persona proactiva que dará mejores resultados. No le ponga “peajes” al servicio que usted presta. Conténtese con su salario y gánese el ser promovido por los resultados que usted dé. No exija si primero no ha dado. Sea honesto que esos “peajes” que usted impuso, mañana tendrá que pagarlos y con creces. La “tumbada” que le hizo a otro, otro la hará más grande con usted o, peor aún, con sus hijos. No sea “vivo”, mañana otro será más “vivo” que usted. Trasmita alegría en su trabajo, trasmita O2, no sea vehículo de CO. No sea tóxico en sus relaciones con los demás. Que su ausencia sea lamentada por sus compañeros de trabajo, no sea objeto de gozo su partida. El que vive criticando negativamente a los demás, mañana hablará mal de usted. Sea agradecido con su empresa; antes que pedir, ofrezca. No sea como aquellos que son bravos con la marrana, pero con la morcilla no. Muy puntuales para cobrar, pero muy lentos para trabajar. Recuerde que el libro santo nos dice: “El que no quiere trabajar que tampoco coma”, -distinto al que no puede trabajar-. No olvide, gánese los espacios, no busque privilegios.
+Froilán, obispo de Neiva