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Opinión/ Creado el: 2020-11-04 02:25

Todo dios tiene su crepúsculo

Escrito por: Redacción Diario del Huila | noviembre 04 de 2020

Por Froilán Casas

Obispo de Neiva

¡Ah, tanto culto a la personalidad por doquier! Por favor: ¿qué se lleva uno a la otra vida? Solo las obras buenas. Como dice el libro Santo: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si al final pierde su alma?”. No se preocupe, al féretro no le van a echar los títulos valores, las escrituras de sus predios, las cartas de propiedad de sus inmuebles y enseres. ¿Sabe cuál es el pasaporte para la VIDA? El amor a los demás. ¡Cuánto se desgasta el hombre buscando honores y condecoraciones, cuántos sacrificios para obtener triunfos! Y, … al final de la vida, ¿qué queda? Los verdaderos amigos son aquellos que van hasta el final, que le acompañan en las duras y en las maduras; que están en el pleamar y también en el bajamar. Tantas personas que parecen en el podio de los aplausos y ante la derrota o el fracaso, huyen despavoridos, quedando usted completamente solo. ¡Cómo es de iluso el hombre! Se enamora de cosas tan transitorias, las absolutiza y mañana, infortunadamente muy tarde, se da cuenta que no eran necesarias. ¡Ah, cuánto lucha el hombre para ser el centro de todos los círculos sociales! Y al final, una enfermedad terminal lo acaba en días. Ejemplos tenemos: un Steve Jobs, el fundador de APPLE, lleno de dinero, muere a los cincuenta y ocho años, se lo llevó un cáncer gastrointestinal, -habría que leer su carta testamento-. Reconoce finalmente que solo el amor es el secreto de la felicidad. Claro, ¿qué amor? Pues a veces se “ama” por egoísmo. ¡Cómo nos equivocamos! Al hojear la historia encontramos tantos dioses que han exigido adoración cometiendo los más execrables crímenes y, al final, ¿cómo murieron? Sigamos al gran filósofo vitalista, Frederick Nietzsche, El crepúsculo de los dioses, refiriéndose al gran compositor Richard Wagner, cuando estaba en el cenit de sus éxitos como compositor, le escribe el famoso libro: El crepúsculo de los dioses. Veamos algunos ejemplos: ¿en qué terminó el monstruo de Calígula? Qué no decir del vil y criminal Maximilien Robespierre; mandó a la guillotina a centenares de personas y, él fue guillotinado. Claro, víctima de su propio invento, -bueno, algo de justicia en esta tierra, ¿verdad?-. Cómo se aplica aquello de: el que a espada mata, a espada morirá. ¿Cómo terminaron Hitler y Mussolini? No vayamos muy lejos: ¿cómo terminó el cruel Pedro de Añazco después de asesinar cruelmente a Timanco hijo  de Guaytipan? ¡Ah, tantos bandidos que mueren en su ley! ¿Quién mata a un bandido? Pues otro bandido de su rosca. Aquellos que se han parapetado en el poder político, económico, social, académico, físico e incluso religioso, para cometer toda clase de atropellos a los indefensos, llegará un día en que a todo cerdo le llega su nochebuena. A lo largo y ancho del planeta, en todas las épocas y culturas han aparecido rufianes que masacran al indefenso aprovechándose del gran poder que tienen. ¡Ah, todo es tan efímero! En la vida pública, cómo se ve tanta mentira  y falsedad. Esos lisonjeros esconden el anzuelo de la avaricia, la codicia para satisfacer su soberbia insaciable.