PREOCUPANTE LA INSEGURIDAD EN LA PANDEMIA
Son innegables los casos de inseguridad que se están presentando en el municipio de Neiva. A diario están ocurriendo raponazos y atracos a mano armado, sin que existan los suficientes controles de las autoridades. Estas acciones delincuenciales están desbordando la capacidad de respuesta de la Fuerza Pública, lo cual se convierte en una mayúscula preocupación para la administración municipal de Neiva. Hemos sido reiterativos que se debe prohibir tajantemente el tránsito de motociclistas con parrillero en el microcentro de la ciudad. La percepción de la gente y las cifras oficiales coinciden en que la ciudad atraviesa una preocupante etapa de inseguridad que exige respuesta inmediata del Estado.
Es indispensable endurecer penas para esta clase de delitos. Es un llamado al Ejecutivo y al Legislativo para se aprueben normas severas para que se les ponga freno a los delincuentes reincidentes. Todos sabemos que detrás de estos hechos delictivos, existen bandas organizadas, con tentáculos en otras localidades del país. No es gratuito que todos los alcaldes y gobernadores del país estén siempre pidiéndole de manera urgente al Congreso que apruebe un proyecto de ley, que conduzca a fortalecer la seguridad ciudadana. Además de endurecer penas para algunos delitos, el llamado es, que se les ponga freno a los delincuentes reincidentes que, sabiéndose impunes, también les están sumando violencia a sus acciones.
Es importante para el bienestar de las familias colombianas, evitar que estos delincuentes se conviertan en criminales profesionales, que siembran miedo en las calles, para lo cual se requiere un trabajo mancomunado entre la Policía, comunidad, autoridades locales, Congreso y los Jueces de la República. No hay que ser laxos con esta situación. Que no se les conceda prisión domiciliaria ni libertad condicional, como existe actualmente en la legislación judicial. Para un país, en etapa del posconflicto, migraciones y con una creciente pandemia de la Covid-19, es preciso estructurar políticas públicas más fuertes para contrarrestar este flagelo que corroe la tranquilidad de la sociedad colombiana.
Es plausible que se construya confianza entre la gente y las autoridades para una suerte de trabajo en equipo, para frenar estos actos delictivos. El principal indicador de seguridad de una ciudad es la salvaguarda de la vida. El debate sobre la inseguridad no puede reducirse a lo que muestran las imágenes de TV o exponen las redes. Ello no da espacio a los argumentos y, en cambio, aumenta la incertidumbre y alimenta la confusión. La seguridad también tiene que ver con la manera como se comporta la sociedad, como resuelve sus conflictos, aplica justicia y garantiza la transparencia de sus autoridades.