domingo, 20 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2014-02-25 09:21

Votar en blanco si el panorama es negro

Es lamentable, muy triste, que como un fenómeno sin precedentes en la historia política del país el voto en blanco figure en las últimas encuestas preelectorales con una preferencia superior al 26%, doblando las bajas intenciones de voto por los aspirantes a la Presidencia de Colombia.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | febrero 25 de 2014

Similar inclinación de protesta se presenta en las encuestas sobre las predilecciones para Senado y Cámara como  manifestación de un descontento popular que puede llegar a provocar un rechazo cercano al 50% si se mantiene en alza la promesa de no votar por ninguno de quienes aspiran a representar a los colombianos en el Palacio de Nariño o en el Congreso de la República. Es una vergüenza democrática que los elegidos salgan en hombros de una minoría alelada en los halagos del clientelismo y en las promesas contractuales que mueven el grueso de las votaciones ya sea por el agradecimiento, o  bien por la esperanza de un puesto, un contrato, una promesa, o la muestra generosa de una vieja amistad.

Sin embargo, el descontento en las encuestas suele desinflarse en el día de los comicios, pues entre quienes manifiestan que no van a votar, que no se interesan por ninguno de los candidatos, que no saben o que no responden, se amasa una enorme población indolente de compatriotas que a la hora de la verdad se quedan en sus casas mientras la minoría define la suerte del país. A esa mayoría gris y apática hay que decirle que votando es la única manera de poseer la autoridad moral para quejarse, opinar, apoyar o disentir, puesto que la discusión política es también un asunto de todos los que queremos que nos legislen y gobiernen bien. ¡BIEN!, con todas las mayúsculas que reclama ser escrita una representación con altura, con vergüenza, con sudor de pueblo, con demostrada capacidad, con merecido reconocimiento, con los pergaminos de una honestidad que se respira y transpira, con amor a Colombia, con dolor de patria. 

Es preocupante la ascendencia del voto en blanco, por supuesto, pero también aquí se abre la esperanza de que los electores de bien, los honorables “de a pié”, seamos protagonistas del cambio de la forma de hacer política, uniendo voluntades para expresar con nuestro voto el repudio a la generalidad de los actuales actores (pues pocos salen bien librados) de un sistema político que no ha sido de ninguna manera abierto, transparente y participativo. Hay que votar; y hay que votar en blanco si el panorama es negro.