domingo, 20 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2014-03-08 09:36

Un voto por caridad

Es odioso y humillante escuchar estos días la expresión tanto de unos como de otros, pidiendo un voto, o advirtiendo que le voy a regalar el voto a este o al otro, como si se tratara de una miga sin valor alguno.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | marzo 08 de 2014

No es una obra de caridad reconocer cualidades o virtudes en los candidatos. Ellos nunca han dicho la verdad. Siempre se ocultan tras la máscara bonachona y la sonrisa falsa para cautivar y engañar como siempre han sabido hacerlo, manteniéndose en el poder, olvidándose del elector al instante de una despedida y consiguientemente, legislando en su contra. 

Esa es la triste realidad de un país que se desmorona institucionalmente cada día más, de un país que ha perdido las directrices de su propio destino, por la irresponsabilidad de electores que se venden al mejor postor, de electores que no concibieron la trascendencia y la grandeza de su participación ciudadana y por consiguiente han permitido que este Congreso de la República, como los que lo han antecedido, sea el epicentro de una corrupción y de un carrusel del dinero público, según el antojo y la ambición de los que se encuentran en el poder. 

Mientras esto sucede, la crisis campesina, la ausencia de controles a la salud, a la educación y al salario justo de los colombianos, sigue su curso vertiginoso para convertirnos de la noche a la mañana en herederos de la pauperización más grande a la que nos anticipamos, cuando los recursos naturales como el carbón, el petróleo y sobre todo, las piedras preciosos y el oro, están siendo entregadas a transnacionales y a la inversión extranjera, que no deja dentro de nuestro país, recursos sin explotar y se lleva sus ganancias a bancos extranjeros. 

He tenido muchos sinsabores con ocasión de estas elecciones, mientras sigo empecinado en demostrar nuestra indignidad y crear conciencia en torno a uno de los instrumentos con los que la Constitución Política de Colombia nos ha revestido, como lo es participar en las elecciones y depositar nuestro Voto en Blanco, para generar un cambio en la mentalidad de los electores y de los elegidos mismos, para que a última hora se acerquen muchas sabandijas a implorarme que vote por este o por aquel, como si entre ellos, alguno valiera la pena o pudiera ser tenido en cuenta para conocer el supuesto “programa de gobierno”, con el que aspiran a llegar al Congreso, si nunca han tenido, ni ideas, ni iniciativas, ni otra cosa diferente que la ambición personal y el fin ególatra de pensar para sí o por sí solos. 

Por todo esto, y cuando el devenir de la actual coyuntura política nos lo permite, encontramos sin lugar a equívocos un gran alivio, para saber que el domingo en la noche, podemos estar felices de haber culminado un ciclo aburridor de ver los rostros y las propagandas de muchos aparecidos y de tantas falsedades que nos quedará la satisfacción del deber cumplido, si hemos alcanzado una buena representación con el voto en blanco.

Somos consecuentes de que no alcanzaremos el punto de equilibrio, para demandar los efectos de nuestra decisión, sin ser derrotistas, pero lo que no podemos negar es que con este proceso y la forma como se ha posicionado esta idea dentro del pueblo colombiano, hemos dado un paso importante y hemos alcanzado un reconocimiento, pese a las diatribas y las formas arbitrarias como se han enceguecido los partidos que se dicen de izquierda o de opinión ciudadana, para combatir el voto en blanco, antes que a los corruptos que pretenden su reelección.

No hay candidatos que en este momento representen los intereses populares y los pocos que pudieran dar esa batalla, no tienen ninguna opción de hacer valer sus ideas y sus proyectos, en medio de todos esos mediocres que alcanzarán las mayorías, por eso, la única opción que nos queda es el Voto en Blanco, y de usted, señor elector, depende que continuemos en esta misma francachela de corrupción que hemos patrocinado en otros años.