viernes, 18 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2014-01-02 09:13

Un buen deseo

Los bogotanos no entendemos por qué no está habilitado el tren de cercanías. Desde el alcalde Peñalosa se viene hablando de esto y nadie ha sido capaz de implementarlo.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | enero 02 de 2014

El tren. El de cercanías, por ejemplo. No solo para Bogotá. Es una buena idea para todas las ciudades que tengan un corredor férreo instalado en estado pre mórtem. Ese es un buen deseo para el año que viene. La inversión debería ser mínima, si no les da por ampliar el ancho de la carrilera; si no les da por pensar en las últimas tecnologías; si no les da por hacer planes primermundistas que jamás se ejecutarán. Con las mismas carrileras se puede. Tan solo es comprar carromatos potentes que arrastren un buen número de vagones. Todo está servido para descongestionar el tráfico de las ciudades.

En Bogotá tendríamos dos trenes de cercanías. Uno hacia Zipaquirá, con estaciones en Chía, Cajicá y Briceño. El otro hacia Facatativá, con estaciones en Fontibón, Funza, Mosquera, Madrid y Cartagenita. Lo único que haría falta sería la construcción de un par de estaciones antes de llegar a La Sabana. Y que todo esté integrado al Sistema de Transportes. Porque son muchas las personas que se movilizan por esas rutas todos los días. Lo hacen en carro particular o usando buses, busetas y buseticas intermunicipales. Y, claro: contribuyen a la congestión y a esa histeria colectiva que se apoderó de las calles bogotanas. Porque la velocidad es nula.

Incluso podría haber un tren de carga y puertos secos fuera de la ciudad. De esta manera, los camiones llegarían hasta Zipaquirá, por ejemplo, y de allí en adelante el tren se encargaría de lo demás: dejaría la mercancía en puntos estratégicos de la ciudad. La idea no solo desatasca a Bogotá sino que contribuye al desarrollo de las ciudades satélite. Tanto Zipaquirá como Facatativá se convertirían en polo de desarrollo y arrastrarían buena parte de la inmigración que llega a Bogotá diariamente en busca de oportunidades. Es una idea para concertar con los municipios, una idea para el trabajo mancomunado del gobernador de Cundinamarca y el alcalde del Distrito Capital.

Igual podría suceder en Medellín, en Cali, en Pereira, en Santa Marta. A ver si con esos trenes funcionando se antoja el gobierno central de devolverles la vida a los ferrocarriles nacionales.

Ningún colombiano entiende por qué dejamos perder los ferrocarriles. A nadie le cabe en la cabeza que haya sido un puñado de comerciantes quienes impulsaron alevemente esa quiebra, ese reversazo en el desarrollo del país. Tampoco los bogotanos entendemos por qué no está habilitado el tren de cercanías. Desde el alcalde Peñalosa se viene hablando de esto y nadie ha sido capaz de implementarlo. Es una solución más barata y menos caótica que un metro pesado para la ciudad. Menos invasiva. No hay necesidad de levantar todas las calles nuevamente. Con menos del diez por ciento de esa enorme inversión tendríamos unos trenes de lujo para conectar el área metropolitana. De lujo, de primera clase. Y, claro, la ciudad comenzaría a bajar en sus niveles de histeria porque mejoraría la velocidad promedio, se despejaría el paisaje urbano y todo parecería más bonito: de eso se trata el desarrollo, ¿no es así?

Puede que no sea a cambio del metro pesado. Pero, definitivamente, podría estar funcionando primero. Sería fantástico que el sentido común se impusiera en la política, por encima de los intereses privados o de las vergonzosas peleas entre opositores. Como están las cosas en este momento, es un deseo imposible. Improbable.

Pero creo que es un deseo popular. Un buen deseo para el 2014. Para todos nosotros.

Les deseo también un gran feliz año, queridos lectores. Ojalá con tren de cercanías.