Un año más… y todo sigue igual.
AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO
Los colombianos somos afortunados. Nuestros gobernantes de turno se burlan a sus anchas de la clase trabajadora y no pasa nada. Los congresistas se agrupan en torno a todas las formas de corrupción y no pasa nada. Los parlamentarios ausentistas no tienen ningún reparo en reclamar su mesada salarial completa, con primas y bonificaciones y ningún ente de control podrá hacer algo para que dicho despropósito no se cumpla. El obrero no se presenta al trabajo y de un solo tajo, se le sanciona y se le suspende del cargo.
Nuestra dicha es inmensa, tenemos un salario mínimo que se aumenta por capricho de unos pocos y no alcanza para nada, pero vivimos como reyes, somos parte de aquellos pueblos donde la felicidad es la base prioritaria de nuestra excelencia social, humana y política.
Ahora se viene un año nuevo. El año de la reelección presidencial y de la reelección de todos los congresistas. Viviremos de nuevo el esquema propio de la compraventa de votos, y las autoridades de control no podrán hacer nada para modificar este estado de cosas, todo seguirá igual y nada cambiará el esquema de poder y de desigualdad en el que estamos comprometidos.
En esta ambición de poder, algunos grupos que se dicen de izquierda son los enemigos principales del VOTO EN BLANCO, por cuanto ellos quieren estar a la par con los parlamentarios que se reparten el presupuesto del Estado a sus anchas y quieren tener participación burocrática a la hora de las componendas.
Por su parte, la rama del poder judicial, acaba de condecorar con la máxima distinción a la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia, como una forma de reconciliación por el esfuerzo que realizó durante los ocho días del Crucero famoso que hizo en compañía de algunos de sus amigos de otros Tribunales. Fue el reconocimiento en ORO, por su gestión y su trasparencia en la Justicia.
Faltó la condecoración contra el Magistrado Villarraga, por su lealtad y contribución a los propósitos nacionales de paz y de convivencia social en equidad.
Y sin embargo, el país sigue como si nada. Todos se arropan con la misma cobija, y es cuando tenemos que aceptar que los linderos entre la trasparencia, la corrupción y la pérdida de credibilidad en las instituciones, son un mismo rasero con el cual actúan los entes de control y los Administradores de Justicia. No hay escapatoria, o te sumas al desorden o eres víctima de los acontecimientos.
Un año que se avecina, sin augurios de prosperidad o de cambio institucional. Mientras los colombianos no aprendamos a revisar nuestros conceptos de patria y de violencia, en los cuales hemos estado ajenos y lejanos de lo que dice la Constitución, será imposible encontrar el sendero y el camino que nos merecemos. Por ahora, a seguir soñando como una forma de garantizar el derecho al delirio y a las vanas esperanzas que no tenemos de igualdad, libertad y paz. Por eso los invito en el año que viene a la resignación y a la espera de lo que no ha de llegar.