Señores legisladores: legislen
Dentro de la teoría tripartita del Poder Público, la rama legislativa tiene como único norte, LEGISLAR. No sé por qué se dedican a otra cosa. Estamos ad portas los colombianos de elegir un parlamento,
un congreso bicameral -bueno, podría ser unicameral, tal vez sería más eficiente-, para que, dentro del Estado Social de Derecho, dote a los connacionales de herramientas jurídicas buscando siempre el Bien Común.
Colombia es uno de los países que más leyes tiene y, sin embargo, ¡cómo se infringen! Pareciera que en el colectivo social está como carta de presentación: “Hecha la ley, hecha la trampa”. Tenemos una cultura leguleya, para todo hay respuestas jurídicas acomodadas a los intereses personales, ¡qué horror! Para todo “hay que buscarle la comba al palo”. Tenemos una cultura, ya centenaria, de exigir privilegios y las excepciones. Las leyes para los demás. Buscamos cuantos pergaminos sociales, sanguíneos, académicos, políticos y hasta religiosos para que seamos la excepción. Si no existen, nos los inventamos.
La Constitución de 1991 le dejó mucho “poder” a la rama judicial. Tal vez habría que revaluarlo. Las Constituciones se deshacen como se hacen, no son la Palabra de Dios. No cabe duda que hubo mucho avance en términos democráticos, pero a su vez, dejó algunos vacíos. Señores legisladores, reformen lo que crean necesario, buscando los intereses nacionales, no los de un grupo o un partido. En la contienda electoral, se esgrimen intereses de movimientos o partidos. En el congreso, la lucha es por Colombia. ¿Cuándo se acabará la intervención de los legisladores en la burocracia estatal? Por intrigar cargos, no tienen tiempo de legislar. Ustedes tienen tres asesores, pagados por el pueblo colombiano para que elaboren propuestas y proyectos de ley. Escoja los más expertos en el área para que su proyecto tenga suficiente solvencia técnica y jurídica. Dedique tiempo a la lectura, nadie da de lo que no tiene. Un parlamentario que pase sin pena ni gloria, no debe ser reelegido. No olviden señores electores que nosotros elegimos a nuestros gobernantes y “cada pueblo merece los suyos”.
No esperen, Señores legisladores que el ejecutivo nacional sea el único que presente proyectos de ley o, que los órganos de control sean los únicos proponentes. No se dejen quitar los espacios. Espacios que se dejan, otros los ocupan. Hace falta una legislación más ecuánime en términos de telefonía móvil. Los colombianos nos sentimos atracados por esas trasnacionales de las comunicaciones, ¿quién nos defiende?; ¿dónde está una legislación clara sobre el espacio público? Los pobres alcaldes se quedan con los buenos deseos de organizar las ciudades y establecer los espacios generosos como lo prevé la Carta. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Las legislaciones populistas generan muchos desastres. ¿Acaso, no somos nosotros quienes pagamos los impuestos? ¿Quién controla los monopolios? ¿Por qué no hay una legislación clara que regule los mismos?; ¿es sano que haya monopolios? Los monopolios en todo sentido, abusan de los clientes. La sana competencia, genera calidad en el servicio. Las leyes de Contratación Estatal, la Ley 80 y la 1150, con sus decretos reglamentarios, como el 734, ¿qué claridad hay sobre el llamado fraccionamiento en la contratación? Qué decir de los controles a los servicios públicos. El ciudadano se siente inerme ante sus reclamos. No existe una legislación clara. A los ciudadanos comunes y corrientes no les importan si son privados o estatales, lo importante es que presten bien el servicio. En nuestra cultura tropical el sector público es malo, con muy honradas excepciones (Empresas Públicas de Medellín, por ejemplo); fácilmente se vuelve mera burocracia.