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Opinión/ Creado el: 2014-01-03 03:41

Predicciones, tendencias y preocupaciones.

En el 2014, las tensiones en el continente americano, el Oriente Próximo y Asia seguirán en aumento y las preocupaciones de la gente seguirán siendo las mismas.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | enero 03 de 2014

Predecir el futuro no es fácil. Al menos, no siempre. La volatilidad natural de los asuntos humanos impide que las tendencias, por más claras que sean, nos ayuden a saber con exactitud cómo será el porvenir. En este sentido, y no sin trepidaciones, me aventuro a vaticinar qué podríamos esperar que suceda en el 2014.

Para analizar el futuro de México, Centro y Sur América, propongo que dejemos de pensar que se puede hablar con sentido de la unidad latinoamericana. Si desde su origen el término ‘Latinoamérica’ era un barbarismo, hoy, cuando la región se encuentra más dividida que nunca en bandos políticos irreconciliables, es imprescindible que recuperemos la individualidad de los países para hablar de ellos y para saber cuáles, cuándo y cómo pueden ser agrupados.

Si bien es cierto que la muerte de Hugo Chávez ha ayudado mucho a despejar los aspectos más ríspidos del enfrentamiento entre un bloque de países y el resto, las diferencias entre Nicolás Maduro, Evo Morales, Rafael Correa, Cristina Fernández, José Mujica, la Cuba de los hermanos Castro y los dirigentes del resto del continente son abismales y lo seguirán siendo.

En lo referente a la posible descongelación de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, yo no veo posible ningún cambio. Ni creo que Estados Unidos se apresurará a nombrar nuevos embajadores ni en Venezuela ni en Bolivia.

El futuro de México, después de la serie de reformas que han sido aprobadas, podría ser prometedor si es que el país logra fortalecer sus instituciones, inclinar la balanza a favor del Estado en la lucha contra el narcotráfico y sostener su crecimiento económico en niveles altos. México podría experimentar un crecimiento económico razonable, aunque menor que el de Panamá, Perú, Paraguay y Bolivia, igual que el de Colombia y Chile, y mayor que el de Brasil.

El futuro de la política exterior de EE. UU. es también impredecible, porque la Casa Blanca se pasa la mayor parte de su tiempo tratando de resolver las crisis que surgen de pronto. El año próximo, la inmensa mayoría de las crisis que tendrá que enfrentar Estados Unidos sucederán en el llamado Oriente Próximo. En Egipto, donde continuarán la persecución a la ‘Hermandad Musulmana’ y la consolidación del régimen militar entre bombazos y manifestaciones de protesta; en Siria, donde seguirá la masacre del dictador y de los grupos extremistas contra la población civil; en Líbano, a donde se extenderá la guerra civil de Siria; en Yemen, Libia y Túnez, donde seguirá la anarquía, y en el conflicto entre Israel y Palestina.

También seguirán los atentados terroristas y el desgobierno en Irak y Afganistán. El único posible faro de luz en la región está en Irán, donde si las fuerzas más conservadoras en ese país, en Israel y en EE. UU. no logran descarrilar el proceso de negociación de la energía/armas nucleares, podríamos ver una solución diplomática al largo conflicto entre Irán y EE. UU. En Asia también es causa de preocupación que las tensiones entre Japón y China y entre China y casi todos sus vecinos vayan en aumento.

En otro orden de cosas, quiero mencionar algunos asuntos que preocupan a la opinión pública mundial: el uso excesivo de los drones, el espionaje a ciudadanos, la inacción sobre el cambio climático, el desempleo de los jóvenes, el desencanto de la ciudadanía con su clase política y la incertidumbre sobre la veracidad de las informaciones en los medios sociales, que son cada día más populares.

Predecir el futuro no es fácil. Esto lo sabía bien Arturo de Córdova, quien en la película En la palma de tu mano es un astrólogo que se gana la vida leyendo el porvenir de sus clientes en una bola de cristal, pero no compra un billete de lotería porque sabe que es incapaz de predecir el futuro.