OTROS CADAVERES INSEPULTOS
Primero fueron los asesinatos de estado mal llamados “falsos positivos”, entonces nos dijeron que eran unas pocas manzanas podridas dentro de la institución. Luego conocimos la fachada de inteligencia donde supuestamente se realizaban seguimientos ilegales. Finalmente supimos el aberrante caso en que un oficial preso cuadraba contratos dentro de la institución.
No es necesario ser un genio para darse cuenta que algo pasa en el ejército colombiano, no es una crisis de resultados pues nadie duda de sus éxitos contra la subversión, es una postración moral y la consecuente ruptura institucional, solo así se puede explicar que el comandante de las fuerzas armadas le sugiera a un oficial detenido montarle “una mafia” a los fiscales que lo investigan.
Lo grave del asunto no es lo que se ha denunciado, lo verdaderamente cuestionable es que no se haga mayor cosa por corregir las bochornosas situaciones públicamente conocidas y que se minimicen los hechos como lo ha hecho el Presidente Santos al afirmar que el Comandante de las Fuerzas Militares salía de la institución por declaraciones inadecuadas, cuando lo que un General de la República, así en la época de la grabación no tuviera tal rango, sugería a su subalterno preso por falsos positivos era cometer un delito para salvarse de dichas imputaciones.
No puede creer el gobierno y el alto mando castrense que la gravísima situación se soluciona descabezando unos cuantos generales, eso es un paño de agua tibia que no desaparece la podredumbre, flaco servicio le están prestando al ejército quienes actúan de manera ilegal, pero son aun peores quienes pretenden desconocer que los hechos denunciados ameritan una depuración de fondo.
Al ejército colombiano le han cobrado dolorosas cuentas de cobro por lo sucedido en el Palacio de Justicia hace ya casi 30 años, a pesar de esto no ha aprendido que ocultar las verdades es peor que enfrentarlas y por tanto no se han tomado los correctivos necesarios para que este tipo de hechos luctuosos jamás se repitan, ese pasado sigue ahí como cadáver insepulto que aun expele olores nauseabundos, y tal como van las cosas todo parece indicar que estos nuevos hechos se convertirán para el ejército en otros restos sin enterrar que le recordaran a los colombianos que algo hiede en la institución castrense.
No son los medios que denuncian las irregularidades los enemigos de ejército, tampoco los colombianos que exigimos una verdadera limpieza en sus filas, no se equivoquen, los verdaderos enemigos son aquellos que vestidos de uniforme o ya despojados de este, han delinquido amparados en su condición, son estos malos miembros los que están mancillando el buen nombre del ejército.
No es que los colombianos no respetemos el ejército, al contrario reconocemos sus logros y sacrificios, pero es imprescindible que hechos como los que últimamente se han denunciado no vuelvan a ocurrir, no solo por el bien de la institución sino porque es imperiosamente necesario para el adecuado funcionamiento de la democracia.
garcia.francisco@javeriana.edu.co