domingo, 20 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2014-02-23 07:21

Ocho años de olvido

El próximo jueves 27 de febrero es una fecha que los huilenses no debemos olvidar, así el Estado se haya empeñado en ignorar a las víctimas.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | febrero 23 de 2014

Han pasado ocho años desde aquel fatídico día en que nueve concejales murieron en una vil masacre perpetrada por las Farc con complicidad de uno de los cabildantes.

Nueve familias resultaron afectadas con este violento hecho, que algunos catalogan como único en la historia del país y del mundo, y aunque el tiempo pasa se pensaría que ya repararon a las víctimas por el daño que le hicieron, pero esto no es del todo cierto.

Las nueve familias siguen pidiendo una atención del Estado, pues no se pueden quedar con el frío y comprometedor abrazo que una vez les dio el expresidente Álvaro Uribe Vélez, ni con la promesa que nunca les cumplió.

Víctimas, esa palabra que no cabía en el léxico del anterior mandatario, es lo que son nueve familias olvidadas y de cuando en cuando maltratadas por los recuerdos dolorosos de un acto violento, de los mismo que azotan a nuestro país.

Ya es hora que no solo recordemos a los principales afectados de este hecho. Ya es hora que entendamos que el mejor camino es el de la paz. Ya es tiempo que nos encontremos con nuestra realidad y de una vez por todas acompañemos, como un acto sencillo pero sincero, a todas las víctimas de la violencia, en especial las de Rivera.

Solo esperamos que este jueves que llega, los huilenses hagamos un acto de discernimiento en torno a los actos de violencia. Pero que nos encaminemos a pensar que el motor de los odios está en la desigualdad y en los actos egoístas de unos pocos, que con actos de corrupción quieren pasar por encima de los demás. Dirán ustedes ¿y esto que tiene que ver con las Farc y con su empresa criminal?

Pues bien, no basta con quedarnos en el hecho de sangre que enlutó a familias, hay que ir más allá y ver qué es lo que genera o motiva los actos violentos. En este sentido, necesitamos un Estado que inste a la reconciliación y la reparación, pues de nada sirve que la seguridad en la Nación se disemine en el territorio, si hay impunidad y no hay resarcimiento de los daños, ni mucho menos justicia o mano dura con los corruptos y delincuentes en general.

Será justo recordar al poeta Carlos Castro Saavedra quien un día soñó con la paz, “Cuando se pueda andar por las aldeas y los pueblos sin ángel de la guarda /Cuando sean más claros los caminos y brillen más las vidas que las armas… Cuando el amor sacuda las cadenas y le nazca dos alas en la espalda/Solo en aquella hora podrá el hombre decir que tiene patria.”