Los ríos de dinero
Avanza la campaña al Congreso, y en la medida en que se acerca el día electoral se aprecia el incremento en los gastos de campaña que realizan candidatos afanados en alcanzar un escaño, no solamente para representar a sus comunidades sino también con la necesidad que implica llegar para poder devolver los dineros y favores recibidos en la campaña.
Abundan las cuñas publicitarias, las cuales no obstante su elevado precio, inundan los espacios radiales en horas de alta audiencia en las emisoras regionales. Vallas, pasacalles y pendones invaden las calles y muestran la imagen del candidato acompañada de una frase que al final no significa nada. Reuniones con rifas y espectáculos buscan atraer electores con la promesa de un mejor mañana. Mientras tanto, cada una de estas actividades genera unos costos que con seguridad sobrepasan los límites permitidos por la ley. Los controles resultan ser un simple saludo a la bandera, porque desde hace ya muchos años se vienen violando esos topes; claro está, hay que decirlo: existen excepciones. Hay campañas que cumplen con la norma.
Es una realidad: el que paga para llegar, va a llegar a pagar con los recursos de todos a través de contratos, puestos, favorecimiento político a algún grupo económico en contra del bien común, o por qué no decirlo a costa de terminar con los sueños de los más humildes. Difícilmente cambiará la realidad del país mientras ríos de dinero inunden las campañas políticas.
Una solución podría ser el financiamiento por parte el Estado de las campañas, lo cual sería mucho más económico a la hora de sopesar el costo actual que tiene la corrupción generada por la forma de hacer la política. Todas por igual, que finalmente ganasen la ideas y no el dinero, para que en igualdad de condiciones el elector pudiera decidir que es lo que más le conviene. Algunos candidatos al Congreso lo han propuesto; sin embargo, al final unas mayorías clientelistas han bloqueado estas iniciativas que buscan renovar la forma de hacer política. Mientras tanto seguimos padeciendo del circo en que se ha convertido el proceso electoral, en donde abundan los tamales, la tejas de zinc, el cemento, los bingos y las rifas, pero desafortunadamente escasean las ideas y el debate. La invitación es a elegir bien.