sábado, 19 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2014-02-08 12:28

Las tareas NO son para los padres

Hace ya dos semanas que se iniciaron las clases en la mayoría de las instituciones de la ciudad y del país, y con ello también una fase de cambios y dinamismos en diversos sectores como el comercio, el transporte, y el deporte. Así mismo, esta situación conlleva además alteración en los horarios, en los compromisos, y hasta en las dietas y rutinas cotidianas.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | febrero 08 de 2014

Pero la mayor dosis de preocupación, complicación y estrés, se presenta en el núcleo familiar.  Un sector de la sociedad que se precia de ser su núcleo, pero que de una u otra manera, no ha recibido, de parte del Estado, de los gobiernos, ni de otras agremiaciones, la atención y apoyo necesarios para que cumpla con la loable misión de ser el germen de los nuevos modelos de personas y de ciudadanos. 

Y en la dinámica de estos roles, los padres de familia nos constituimos en los gerentes y orientadores de esa noble misión. Una misión que debe cumplirse a cabalidad y de manera permanente, aunque no hayamos sido preparados para ello.  Pues la verdad es que la academia y demás instituciones de educación forman en las áreas de la salud, la ingeniería, la economía, la astronomía, las matemáticas, las artes, el derecho, la biología, y muchas otras más, pero no conozco la primera carrera profesional para aprender a ser padres de familia.  Una labor tan fundamental, valiosa, y responsable, pero lamentablemente descuidada.   

Es tan descuidada por los sistemas de gobiernos y por el Estado, como por la comunidad misma.  E inclusive por los propios miembros de la familia. Y es apenas entendible que ser padres implica un enorme y serio compromiso que requiere no sólo ser los responsables del sostenimiento del hogar, sino que involucra una serie de acciones como velar por el normal desarrollo de cada uno de sus integrantes, dedicarles el tiempo suficiente, hacer labor de acompañamiento en las diferentes actividades que desarrollan, y fungir como sus representantes en diversas instancias, entre otras.   

Eso está bien, y es apenas lógico que sea obligatorio cumplir con tales compromisos familiares y sociales.  Claro, además de que hay que trabajar y, en muchos casos, estudiar también. 

Pero el asunto se complica cuando, de manera indirecta, a los padres se nos cuelgan, encargan, entregan o responsabilizan de los compromisos académicos de nuestros hijos.  Y me refiero a las tareas que los profesores dejan a los estudiantes tanto en el día a día como en el fin de semana.  Estimados profesores, las tareas no son para los padres.  Pero dejan tantas que los papás tenemos que ayudar, apoyar y hasta hacer muchas de ellas.  Es decir, terminamos repasando, volviendo a estudiar, volviendo a leer y releer.  Y no es que me quiera zafar de esta importante labor como guía y coformador de mis hijos.  Es más, me gusta hacerlo, y ello contribuye a consolidar una relación de camaradería filial.  Pero es que se está exagerando. Se está atiborrando a los estudiantes con un cúmulo de compromisos, tareas, trabajos, y consultas, de tal manera que el tiempo no les alcanza para cumplir con todo. 

Y que no se me interprete mal, no estoy alabando la holgazanería; ni patrocinando la mediocridad, ni mucho menos añorando un modelo facilista.  Se trata más bien de buscar consensos.  De trabajar más en clase, de simplificar procesos. De coordinar con los demás docentes el ejercicio de las tareas.  Por ejemplo, podría pensarse en asignar tareas por áreas, por fechas, por metas, por unidades o temas.   Pues el hecho de que todos los días los estudiantes estén realizando tareas de tres, cuatro, cinco, y hasta de seis materias no contribuye en nada a un verdadero proceso de aprendizaje de buenos niveles.  Por el contrario, se alimenta una especie de apatía, de fobia, de no lugar, contra la escuela, contra el estudio, contra la formación.  Hay colegios donde se imparten hasta 14 asignaturas a un niño de Quinto de primaria. (En Japón sólo ven cinco). 

Tenía razón el maestro Paulo Freire cuando afirmaba que maravilloso sería el día en que un hijo le preguntara a su madre por qué el sábado no va a estudiar.  Eso querrá decir que existe un apego y un gusto por la escuela.  Pero mientras sigamos así, hay que continuar diciéndole a los profesores y directivas que por favor las tareas no son para los papás.