domingo, 20 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2014-02-12 08:14

La doble cara de Jano

Nadie puede afirmar que el Presidente Santos haya ocultado su estrategia frente al conflicto armado.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | febrero 12 de 2014

“La victoria es la paz” ha dicho, y ha explicado: se trata de “hablar asumiendo que estamos en guerra, y combatir como si no estuviéramos hablando”. Además, con frecuencia ha repetido: “la paz llegará, por zanahoria o por garrote, o combinando las dos, pero llegará”. Tampoco se puede plantear incoherencia con esos que para él son principios inspiradores. Se procuran acuerdos en La Habana mientras se prosiguen las acciones militares en todo el territorio nacional.

Esta estrategia de diálogos de paz y acciones de guerra es lo que los expertos llaman “una dinámica de naturaleza mixta, en la que al lado de la guerra coexiste la negociación, una cierta forma de cooperación” (García Duarte, 2014). Por su parte, la insurgencia de las FARC-EP pactó en el Acuerdo General - pauta de las conversaciones de paz - que tales conversaciones se adelantarían en medio del conflicto. La insurgencia asume que sus acciones podrían, en algún momento, ponerla en una correlación de fuerzas más favorable en la mesa de diálogo.

Lo anterior explica la doble faz, el doble discurso. La doble cara del dios romano Jano simboliza bien el proceso que estamos viviendo. Jano era el dios de las puertas, los comienzos y los finales, pasado y futuro. Se lo invocaba al comenzar una guerra, y mientras ésta durara las puertas de su templo permanecían abiertas; cuando Roma estaba en paz, las puertas se cerraban. Según los romanos, este dios aseguraba buenos finales. De Jano viene Enero (Wikipedia).

Pero el juego simultáneo de hostilidades y diálogo puede resultar, de hecho es, perverso y contraproducente porque en la experiencia colombiana las hostilidades han ahogado diálogos, treguas y aún acuerdos: acciones de FFAA en medio de la tregua en el gobierno de Belisario Betancourt (acuerdo de La Uribe con FARC, acuerdo conjunto con M19 y EPL), asesinato por EPL de Argelino Durán Quintero en el gobierno de Cesar Gaviria (diálogos de Tlaxcala, México), secuestro por FARC de un avión y del Senador Gechen Turbay en el Gobierno de Andrés Pastrana (diálogos de El Caguán).

En la fórmula mixta hostilidades-diálogo se acomodan y toman fácilmente la ofensiva los partidarios a ultranza de la finalización militar, no política, del conflicto; la opinión se confunde con el impacto, agigantado por los medios, de los hechos de guerra que ocurren en simultáneo con los diálogos de paz; lo más grave: la sociedad se exaspera al tener que soportar más dolor y muerte mientras se prolonga la llegada del fin del conflicto. Las partes, todavía en plan de combate tratan de asestar golpes de opinión y de fuerza al enemigo y no se esfuerzan en facilitar la comprensión del método de negociar en medio del conflicto. Difícil creer que en medio de la lucha despiadada los diálogos vuelvan inminente o cercano el último día de 50 años de confrontación.

Los hechos de las últimas semanas, en plena campaña electoral, tornan dramática la situación. Los insurgentes hacen tregua y luego acciones que la desdibujan, las fuerzas armadas parecen apegadas a que la paz vendrá no por el diálogo sino por la victoria militar. El belicismo del Ministro de Defensa así lo estaría indicando. Circunstancias preocupantes. Es preciso decidir ya el cese bilateral de fuegos o, al menos, el desescalamiento de los mismos. Justos el clamor y acción de la sociedad por este objetivo. Se necesitan señales positivas que alimenten la confianza en la paz política. Es tiempo de cerrar las puertas del templo de Jano.