Estupidez Colectiva
Los confusos hechos que rodean el allanamiento de la supuesta oficina clandestina desde donde al parecer se interceptaban las comunicaciones de los negociadores del gobierno en La Habana cada momento enredan más a las entidades protagonistas del ignominioso suceso
Todo comenzó con una publicación en la página web de la revista Semana en donde se informó del allanamiento por parte de la Fiscalía de un local donde funcionaban como fachada un restaurante y un lugar de entrenamiento de juegos electrónicos, desde donde supuestamente se espiaba a los negociadores de paz. El escándalo no se hizo esperar, el Presidente Santos muy rápidamente afirmó que era una afrenta contra el proceso de paz comandado por fuerzas oscuras, los medios rápidamente se movilizaron para mostrar el sitio, el bochinche estaba armado.
Pero la trama cambió radicalmente de rumbo cuando el propio Mandatario aceptó que el local allanado era una estructura montada por la inteligencia del ejército y que por tanto era legal, lo sorprendente es que tan grave situación no había sido informada por parte de sus subalternos, tanto que el ministro de defensa afirmó que no conocía del allanamiento hasta que lo publicó la mencionada revista. Luego descabezaron a dos altos oficiales encargados del asunto y dejaron en el ambiente la idea que había deslealtades o quizás ineficiencias dentro de la fuerza castrense.
Para rematar vinieron entonces las declaraciones del paisano Vicefiscal diciendo que no han encontrado prueba alguna de la supuesta interceptación de las comunicaciones de los negociadores de paz, entonces lo que al principio de la semana era una gran noticia resultaría ser un “falso positivo”.
No hay la menor duda, es poco seria la manera como se manejan las cosas en el estado colombiano, la inteligencia militar monta una estructura para cumplir con sus funciones pero se ”boletea” hasta tal grado que los vecinos sospechan de una actividad ilegal y le avisan a la Fiscalía, entidad que al parecer sin muchas investigaciones de fondo realiza el allanamiento, nadie le avisa al ministro y por ende tampoco al Presidente, los medios se enteran y arman un escándalo con aseveraciones que no tienen ningún asidero.
En medio de todo hubo espacio para el cinismo, por parte del “gran colombiano” por supuesto, que salió a exigir explicaciones al gobierno cuando tiene todavía muchas que dar con relación a hechos reales de interceptaciones ilegales en sus dos periodos de gobierno, molestándose a su vez porque siempre que suceden hechos ilícitos lo consideran responsable, sin aceptar su responsabilidad por haber estado acompañado en su vida pública con sujetos que han traspasado los límites del Código Penal.
Que recocha de país, no nos cansamos de hacer el ridículo y lo peor es que cualquier cosa absurda puede aún faltar con relación al bochornoso hecho, los dos militares destituidos finalmente serán los únicos responsables del asunto, porque ante semejante “oso” institucional nadie conjugara el verbo renunciar. Definitivamente lo sucedido no es realismo mágico, es estupidez colectiva.