En medio de un mar de conflictos ambientales
Tenía que tocarnos tan cerca, como la puerta de la casa, para que empezáramos a reaccionar.
Me refiero a la amenaza ambiental que se cierne sobre la cuenca hidrográfica del río de Las Ceibas por la posible exploración y explotación de petróleo. Un peligro que se mete con un recurso que es sagrado para el hombre: el agua. Aunque la mayoría de los ciudadanos no son concientes del riesgo de perderla, las fuerzas vivas han dado la voz de alerta sobre este problema y sus consecuencias.
Cuando empezamos a indagar sobre el tema, nos percatamos que aquellas noticias que veíamos como lejanas, minería del oro en Santander, Caldas y Santander, o cercanas como la explotación del agua para alimentar hidroeléctricas, Betania y Quimbo, o el petróleo que se ha convertido en un paisaje en el norte del departamento, pero un problema agudo en el Páramo de Miraflores, eran, no manifestaciones aisladas del problema minero-energético, sino una situación generalizada en el país por la aceleración de la locomotora oficial orientada a la explotación de los recursos naturales.
Esta reprimarización de la economía, centra la mayor parte de los esfuerzos del gobierno en el sector minero-energético, dejando de lado áreas vitales del aparato productivo de un país, como la industria y la agricultura. Así, ese sector incrementó su participación en el PIB del 2% al 11% entre 1975 y 2012, mientras las exportaciones del petróleo y sus derivados con carbón y ferro-níquel, alcanzaron el 64% del total nacional, al tiempo que la industria y la agricultura decrecían, año tras año, en el PIB y en las exportaciones. La consecuencia más importante: la pérdida de millones de empleos, pues el sector minero-energético es intensivo en capital pero no en trabajo.
El cuadro del desastre lo completan las afectaciones medioambientales. Según el Atlas global de Justicia Ambiental, Colombia es el país de América que tiene un mayor número de conflictos ambientales: 72 en total. Con características tan graves como estas: los mayores daños los causa el sector extractivo (petróleo, carbón y oro); los conflictos se ubican en las zonas más pobladas (Andina y Caribe) y de conservación ambiental; afecta a 7.9 millones de personas y cubre cerca de 25 millones de hectáreas, el 2.2% del territorio nacional; esta situación es alimentada por la Inversión Extranjera Directa; la violencia es el método más usado en la “resolución” de estos conflictos, donde la fuerza del Estado tiene una participación importante.
Los huilenses no sabemos aún el área del territorio departamental que está comprometido por licencias de exploración y explotación de recursos minero-energéticos: sospechamos que es grande. Las sorpresas futuras pueden ser desagradables, razón por la cual debemos estar alerta, porque el derecho a la vida, al agua y al ambiente sano debe ser nuestra prioridad.
P.S. Porque es un compromiso con la vida, el jueves 27 nos encontraremos todos en el Foro por la defensa de la cuenca del río de Las Ceibas. Lugar: Centro de Convenciones, 8 de la mañana.
Neiva, 25 de marzo de 2014