El uso y el abuso
No sé cuántos camiones cargados con petróleo crudo transitan la vía Neiva-Pitalito-Mocoa; pero son muchos por hora, más de cincuenta, creo, que imposibilitan el flujo vehicular, contaminan con sus emanaciones y ruidos, provocan derrames en las fuentes hídricas por accidentes. Por lo demás, la vía se encuentra en pésimo estado, y estas empresas de transporte no realizan ningún aporte económico para su recuperación.
No se ve, por otro lado, que la autoridad de carreteras tome medidas para facilitar el tráfico vehicular, público y privado, pues el excesivo flujo de “mulas” impide el normal tránsito de conductores y pasajeros, aumentando en forma considerable el tiempo de desplazamiento entre las ciudades de Neiva y Mocoa, con claros riesgos frente a las caravanas que forman. De igual manera no se nota ninguna acción de la autoridad ambiental por la contaminación que generan, ni por los derrames provocados.
Han sido desoídas las varias reclamaciones de la comunidad que habita los límites de la vía. Los más afectados, sin duda, los habitantes de Villalobos, que pertenecen al municipio de Santa Rosa, Cauca, quienes en diversas oportunidades se han dirigido a las autoridades locales, regionales y nacionales para poner en conocimiento los perjuicios recibidos con este tráfico indiscriminado, sobre un carretera que no está diseñada para resistir tal flujo, tal peso y tal tamaño de vehículos. Igual inquietud muestran los habitantes de los municipios que cruza la carretera Neiva-Pitalito, quienes hoy amenazan con realizar medidas de hecho, de no regularse este transporte que las petroleras han tomado por asalto, sin que las comunidades sean tomadas en cuenta por la afectación.
Además de perjudicar el conjunto medio ambiental de la zona que recorren las mulas cargadas con crudo de petróleo, los conductores recogen pasajeros, y son varios los accidentes en que han comprometido la vida de niños y adultos. Es fácil deducir que en su recorrido los conductores y propietarios de estos vehículos piensan que pueden violar las normas, con el consentimiento de la autoridad.
Según los habitantes de la zona, desde que inició la operación de transporte de crudo en tracto mulas, se han presentado 11 vertimientos a aguas que confluyen a los ríos Villalobos y Caquetá; sin que las autoridades hayan proferido una sola sanción y sin que se tomen medidas que garanticen la no contaminación de la riqueza hídrica y biológica. Además, son ya varios los muertos en accidentes, el último, en la presente semana, unos niños y una madre recogidos como pasajeros. Hace unos meses, una familia completa falleció cuando se desplazaban en motocicleta, arrollados por otra tracto mula, porque entre otras cosas, cuando estos vehículos bajan hacia el Putumayo, lo hacen a excesiva velocidad, y cuando suben se forman en línea, invaden el carril contrario, no dejan espacio para que sean rebasadas por otros automotores.
Vale entonces un llamado para que se realice la conveniente corrección a este tipo de transporte, que no se causen más víctimas humanas y más daños a la ecología de los departamentos de Huila, Cauca y Putumayo en nombre del supuesto progreso y la riqueza petrolera.