El culto a la personalidad
A propósito de las pasadas elecciones, permítanme adentrarme en este tema. Es muy normal que se haga publicidad en la época preelectoral para invitar a los electores a fin de que opten y den su veredicto el día de las elecciones.
Por supuesto que esto es algo absolutamente necesario. ¿Cómo se conoce a alguien si no se muestra? Bueno, hay que ver la forma. No olvidemos que la clase dirigente debe educar a un pueblo. Lo que no se entiende es que la publicidad siga por días y no sé si por meses y años haciendo contaminación visual. Ya señores aspirantes y elegidos, quiten de las vías sus figuras. Ahora muestren resultados haciendo gestión legislativa. Cuánta gente se accidenta al distraerse por leer avisos publicitarios. Señores alcaldes, pongan orden. Multen a quienes no cumplen con la norma. Por favor, no demos culto al yo. Eso no es de buena presentación.
Los grandes tiranos han buscado el culto a la personalidad. Entre otras cosas, a nosotros los cristianos nos persiguió el Imperio Romano por ser ateos. ¡Qué ironía! No le dábamos culto al Emperador. Nosotros los cristianos sólo le damos culto a Dios, a Jesucristo, quien es el Hijo de Dios. Esos monstruos de la humanidad Hitler y Mussolini exigían estatuas por todas partes. En general los dictadores son así. Pero para no ir tan lejos, en nuestro medio cultural buscamos condecoraciones y pleitesías aquende y allende de los mares. Las condecoraciones del Congreso y las Asambleas departamentales, han entrado en estado inflacionario. Por pagar o buscar favores políticos, hoy se condecora hasta al gato. ¡Qué horror!, ¡qué pobreza humana!, somos dado a buscar aplausos y vítores. Ganémonos los espacios por nuestras acciones. Usted no es más grande porque lo ensalcen, ni más pequeño porque lo vituperen. ¡Cómo somos los hombres! A Jesús, el Hijo de Dios, el domingo de ramos lo vitorearon en forma contundente y, esos mismos que lo alababan, lo menospreciaron y calumniaron con el ¡CRUCIFÍCALE!, ¡CRUCIFÍCALE!, al viernes siguiente. ¡Cómo hace metamorfosis el ser humano! El hombre es tan grande y tan pequeño a la vez. Como dice el libro Santo: “Maldito el hombre que cree en el hombre”. El hombre es un ser desconcertante.
Este es un país de normas. Aquí se legisla hasta qué debe comer la mascota, ¡qué horror! Pero, ¿qué pasa?, ¿por qué se permite la contaminación visual? Por todas las vías públicas se encuentran a granel avisos publicitarios y no pasa nada. ¿Dónde están los inspectores? Ahora con ocasión de las elecciones -y no es algo nuevo-, algunos fueron tan atrevidos en la publicidad que en plenas vías urbanas y de alto fluido vehicular, pusieron vallas que atravesaban toda la vía. Y no pasa nada. Además, ¿dónde está el ejemplo? Deje de creerse la última perfección andando. El que hace mucho ruido, no siempre tiene la razón. Una carreta vacía hace un ruido ensordecedor; cuando va pesada, ni se siente. Deje de hablar de usted, dé resultados. Como dice el libro Santo: “Por sus frutos los conoceréis”. Seamos la cultura de los resultados. La gente los descubre. Los emblemas no son la carta de presentación de usted. Su porte se refleja en lo que usted hace.