domingo, 20 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2014-02-24 08:31

El avance del voto en blanco

El movimiento del voto en blanco encabezado sigue recorriendo todo el país invitando a que las personas dejen de apoyar a los candidatos que están en el tarjetón para las próximas elecciones para Congreso y que en lugar de ello muestren su insatisfacción con la clase política tradicional votando por ‘nadie’.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | febrero 24 de 2014

El voto en blanco está creciendo y se convierte en símbolo de la resistencia de los ciudadanos a los partidos tradicionales y en bandera de la regeneración democrática.

El avance del voto en blanco es tan firme que lo reflejan todas las encuestas y hasta algunos candidatos están acudiendo a las redes sociales apelando a mentiras e infamias contra los movimientos y personas que lo promueven.

El voto en blanco, interpretado como un rechazo a los políticos y a sus programas, pero no a la democracia, que se acepta, gana adeptos cada día y es considerado por muchos como una protesta ejemplar y como la mejor manera de rechazar la corrupción y los abusos de los partidos políticos.

Los defensores del voto en blanco argumentan que el mayor mal que nos azota no es el mal gobierno, sino la degeneración de la democracia, transformada sutilmente y a espaldas del ciudadano.

El voto en blanco se alza cada día más como la opción de protesta más seria y consistente, superior a la abstención porque es activa y nunca puede confundirse con la indiferencia política. Los que votan en blanco acuden a las urnas y depositan su voto, pero lo hacen sin elegir a nadie, como símbolo de su rechazo a la degradación de la democracia, al abuso de poder, a la corrupción, al mal gobierno y al fracaso de la casta de políticos profesionales que se ha atrincherado en el sistema.

Los partidarios del voto en blanco piensan que la abstención es ambigua y coloca en el mismo saco a los que protestan, a los indiferentes y a los enemigos de la democracia, todos ellos "ausentes" de las urnas, pero sin especificar las razones de esa ausencia.

Los políticos saben que el voto en blanco es su verdadero enemigo y por eso lo devalúan y, arbitrariamente, lo dejan sin la representación que merece. En una democracia auténtica, los votos en blanco deberían traducirse en escaños parlamentarios vacíos, símbolo de la protesta y del rechazo de los ciudadanos soberanos.