sábado, 19 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2014-01-29 10:11

Desde acá, Juan Gelman

Así que por fin callaste, Juan Gelman, Juan-corazón, Juan-coraje, Juan-piedra de moler.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | enero 29 de 2014

El 14 de enero bajó de puntillas y te arrebató para siempre. En 1930 llegaste a leer este  mundo donde nunca calzaste del todo. Y sería Buenos Aires en la Argentina de Borges y Gardel quien te atraparía en el aire. Venías andando por un furioso camino de judíos y ucranianos remotos. Ellos te trajeron, con su sudor y su melancolía,  como un plan demente entre  otros proyectos y otras intenciones y ahí germinaste,  árbol  siempre  surcado de pájaros, de cicatrices y de flores.

Entre tanta voz sincopada o sin rienda que martilla la poesía del mundo, la tuya se me queda. No puedo sacármela del entrecejo. Y es que a más de poeta verdadero, fuiste un hombre cabal.  Ahí respirás como un fuelle de seda y te quedás hundido en lo más hondo de esas corrientes naturales que nos dan persistencia.

Ahora puedo decirte que me van a hacer falta tu puño siempre en alto y tu tesón en la denuncia y el sentido. A diferencia de tanta palabrería sin cintura   que pringa el  decir poético del mundo, vas  seguro de tu conocimiento y de la fórmula que te permitió fraguar una de las obras literarias más estremecedoras del continente.

Sé que fuiste un contradictor convencido de la dictadura militar que llenó de sordideces innombrables tu país entre 1976 y 1983. Tiempo de terrorismo de Estado, tortura y desapariciones forzadas que saboreaste en tierra propia ya que Nora y Marcelo, tus dos hijos y María Claudia, tu nuera florecida en siete meses de embarazo, fueron secuestrados el 24 de agosto de 1976 por la horda uniformada. ¡Qué dolor encontrar el cadáver del hijo en un barril lleno de cemento como ejemplo de la putrefacción que enrarecía el aire! Y llorar para adentro la desaparición definitiva de la hija y celebrar, después  de un  rastreo de más de 25 años,  la recuperación de María Macarena, la nieta nacida en cautiverio, flor de  esperanza, confirmación del derecho inalienable del corazón!

¿Cuántos fueron tus libros publicados? ¿Diez, veinte, treinta? Conozco sus nombres de pila: “Violín y otras cuestiones” (1956), “En el juego que andamos” (1959), “Gotan” (1962) “Salarios del impío” (1993) entre muchos otros. El oportunismo político y la hipocresía social no pudieron contigo. Con tres o cuatro galardones de primera línea, te llevaste prendidos en el ojal como claveles desafiantes, algunos tan significativos como el Premio Cervantes  y el Reina Sofía de Poesía.

Quisiera hablar hasta secarme de tu brillo  y  tu hombría. No tengo espacio. Me despido entonces quemándome poco a poco en la brasa de tus palabras simples y complejas como la humanidad: “¿Quién dijo alguna vez/ hasta aquí la sed, hasta aquí el agua?/ ¿Quién dijo alguna vez/ hasta aquí el aire, hasta aquí el fuego?/ ¿Quién dijo alguna vez/ hasta aquí el amor, hasta aquí el odio?/ ¿Quién dijo alguna vez/ hasta aquí el hombre, hasta aquí no?/ solo la esperanza de las rodillas nítidas/ sangran”.