domingo, 20 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2014-03-12 09:13

Carta a María Cano

Otro ocho de marzo, Día de la Mujer, cae sobre el yunque conocido. Esta América nuestra, tan al margen de una verdadera justicia social, levanta a media asta la bandera de las heroicas hermanas Mirabal.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | marzo 12 de 2014

Es tiempo de recordar que parpadeabas con apenas un año de vida a cuestas en el Medellín de 1888 y se me hace difícil entender cómo en esa colmena de rosarios madrugadores, surgiste como la voz femenina más transgresora del momento. Podrías responder que tu familia te dio el primer empujón y que no es coincidencial que Luis Tejada Cano, tu sobrino y discípulo, hubiera sido uno de los pensadores más rebeldes de ese siglo en Colombia.

A pesar de que los  nexos de sangre te disciernen como ser atípico, el hecho de haber introducido una nueva manera de pensar en el feudo machista, confesional y monotemático que era el país de tus trajines iniciales, te señala como un ave rara.

En tiempos de despertar humano y cívico, con la influencia de la revolución zarista, te volvieron al revés las voces poéticas femeninas del sur, precursoras, cada una a su manera, del nuevo rol de la mujer en la vida del mundo. Te dedicaste entonces a pensar con tu cabezay  mientras tus contemporáneas miraban el mundo con los ojos del marido, del padre o del cura, tú colaborabas activamente en algunos de los más combativos periódicos de entonces.

De las manos de Vasconcelos, Balzac, Zola y Rodó, no solo olfateaste la cotidianidad del entorno. Las covachas y los rostros de la miseria en los barrios pobres de tu ciudad, se te clavaron como una espina. Ahí empezaste a clarear como la Flor del Trabajo de Medellín y la niña “de buena familia” que echándose al hombro costumbres y consejas, decidió caminar.

Hasta hoy, a ciento veinte ocho años de tu  nacimiento, no existe en el país un análisis cabal de lo que significó tu erguido e insólito talante. Ni siquiera la izquierda colombiana te hace justicia, porque es muy bravo el dogal que nos condena a la mentira y al silencio.

¡Quisiera decir tantas cosas de ti para que al menos los eternos amnésicos se pellizcaran en este aniversario recogido a la sombra de un país ausente de su historia! Recordar tu ingreso a las filas del Movimiento Revolucionario de los Trabajadores, tu lucha contra el servicio militar obligatorio y tu protesta contra la pena de muerte, tu apoyo a las libertades públicas, tu vocación social y justiciera en defensa de los intereses obreros y femeninos. Hablar de tus logros en pro de los desposeídos y de los ojos de legisladores y dirigentes vueltos por primera vez a las necesidades de un pueblo huérfano de derechos políticos y ciudadanos.

En un mundo de hombres, fuiste la voz más autorizada del Partido Socialista Revolucionario y marchaste, hombro a hombro, con los incipientes sindicalistas colombianos.  Por eso es dialéctico, democrático y sobre todo necesario, reconocer el género de nuestro gentilicio enaltecido en tu lucha sin cuartel.

Siempre de frente María de los Ángeles Cano Márquez, me acerco a tu pundonor sin altibajos blandiendo tus palabras que más de una vez acallaron el viento: Es un deber responder al llamado de la historia. Tenemos que hacer que Colombia responda. Hoy como ayer, soy un soldado del mundo.