Aprendices de Chávez
Cuando el presidente Juan Manuel Santos anunció al país, con una cierta sonrisa, que su nuevo mejor amigo era Hugo Chávez Frías, de inmediato pensé que aquél terminaría contaminado de las mismas prácticas pecaminosas con las que el segundo convertiría a Venezuela en el infierno que es hoy.
Entonces, año 2010, Venezuela se anunciaba como un país destinado a soportar una de las peores crisis de su historia. El presidente Chávez había puesto en práctica un modelo que terminaría dando al traste con la economía del país más rico de Suramérica, al usar los recursos de PDVSA como fuente inagotable para extender su revolución bolivariana a otros países de América Latina y, de paso, atornillarse en el poder. Esto, además, le permitió manipular a su antojo las instituciones del Estado, entre ellas la Asamblea Nacional y el Consejo Nacional Electoral. Todo a costa del desangre y la miseria del pueblo venezolano.
Juan Manuel Santos y su partido, la U, ya ejercen con eficacia, como buenos aprendices, estas dos prácticas demoníacas. Lo primero que hizo el Gobierno, a través del Congreso, fue centralizar las regalías del petróleo de los departamentos productores del crudo, para devolverlas posteriormente a las regiones, pero transmutadas en forma de mermelada electoral, a la manera de los mejores alquimistas de la política. La segunda práctica es la del manejo sutil del fraude electoral, como acaba de suceder en las elecciones parlamentarias.
Desde los primeros boletines de la Registraduría, sobre Senado, se marcó una tendencia nítida en los resultados a favor del Centro Democrático (CD), siempre aventajando al partido de la U en una proporción difícil de superar, dado el porcentaje de mesas escrutadas. Sin embargo, de un momento a otro, esa tendencia comenzó a reversarse, hecho este que coincidió con unos recurrentes cortes de energía en municipios de la Costa Atlántica. El CD, luego de tener prácticamente aseguradas 21 curules quedó con 19, en tanto que la U, de 19 pasó a 21. Amanecerá y veremos.
De nada sirvieron las denuncias sobre el eventual fraude, el uso de publicidad tramposa, la disposición de mermelada para fortalecer maquinarias electorales, los reclamos sobre posibles fallas en el software de escrutinio: así se consumó un primer paso hacia el régimen que quieren establecer los aprendices de Chávez.
¿Permitirá el pueblo colombiano el segundo paso en las próximas elecciones presidenciales?