viernes, 18 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2014-01-10 09:35

Ante el don sagrado de la vida (VII)

Ha colocado Juan Pablo II. A los seres humanos en el Capitulo II de su Encíclica “Evangelio de la Vida”, como colaboradores de su obra creadora para que para eso dio Dios vida al hombre, para que dé ritmo ordenado a su creación, y, utilizando su inteligencia y libertad la perfeccionara para gloria de El y bien de toda familia humana.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | enero 10 de 2014

Para eso ha dado el don sagrado de la vida (n.34), dando a quien le comunica la excelsa dignidad de haber sido creado a su imagen y semejanza. (Gen 1, 26).

Al venir Jesucristo con su mensaje le ha dado a la vida humana ese gran valor de sacarla del egoísmo y proyectarla al bien comunitario. Es El quien señala cómo es un deber hacer rendir los talentos recibidos por Dios (Mt. 25,14-30), y éstos puestos al servicio de todos bajo su excelso mandamiento del amor (Jn. 13,34). El premio o castigo final, será, según se haya tendido apertura o no al más débil, que es imagen de El mismo (Mt. 25,31-46) (n. 41 c). 

Teniendo en cuenta todos los valores y la dignidad de la vida ya señalados, retoma el Papa al final de este Capitulo II a clamar por el respeto a ella como “don sagrado” de Dios, que es el Dueño, dada como “soplo vital” (n.39). Esta realidad “está inscrita desde el principio en el corazón del hombre, en su conciencia” (n.40). Esta “conciencia” está en lo íntimo del ser humano y afronta el atentado de borrarla, tarea de los que quieren abrir paso a conculcaciones de ella. En esta batalla en pro o en contra de la inviolabilidad de la vida es de tener presente que ella, en su favor “lleva escrita, en sí misma, de un modo indeleble, la verdad” consagrado por el mismo Dios en su Decálogo bajo el Precepto “No matarás” (n.48 a),  al cual dedica, luego, el Papa, su siguiente Capitulo III de la Encíclica

Para mostrar cómo tener y conservar la vida, algo que instintivamente anhela poseer cada ser humano, destaca el Papa Juan Pablo II, el apoyo que le dan, a este arraigo, los Mandamientos divinos, entre ellos: “No matar” (Ex. 20,13 Deut. 5,17). Pone de relieve la solemnidad con que  reafirma Jesús su cumplimiento, como la manera de tener certeza del buen camino, al dar su enfática respuesta: “Si quieres entrar en la vida, guarda los Mandamientos” (Mt. 19,17). (Continuará).