A vivir la alegría del evangelio (III)

Resalta, allí, ese aspecto tan importante y fundamentalmente ligado al mensaje cristiano, comenzando por las “repercusiones comunitarias” del Kerigma, al hecho que una plena confesión de fe lleva al compromiso social  (nn- 176-178). 

Reclama,  de nuevo, el Papa, el  derecho, y el deber de la Iglesia en referirse a  estos temas sociales (n. 182), con entrega de principios nunca cómodos al individualismo pues implican cambios comunitarios en este planeta que nos ha dado Dios para disfrute de todos los humanos. (n. 183). Insiste en la necesidad de que los bienes terrenos no sean solo para unos pocos, y sobre tomar “la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde” (n. 189). Insiste en que hay circunstancias en las que, como  enseño el Paulo VI en la Encíclica “Octogésima Adveniens. (n.23): “Los más favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner sus bienes, con mayor liberalidad, al servicio de los demás” (n. 190). Reitera el Papa: “En cada lugar y circunstancia los cristianos están llamados a escuchar el clamor de los pobres” (n. 191).

Todo lo anterior, con reclamos concretos, y las aplicaciones del caso es llegar a verdadera “opción por los pobres”  (n. 198), con una economía con equitativa distribución del ingreso (n. 202), con contribución eficaz al “bien común y a la paz social” (nn. 217-236). Qué bien concluye el Pontífice: “La buena Noticia en la alegría de un Padre que no quiere que se pierda ninguno de sus pequeñitos” (n. 257).

Volviendo al Capitulo III, tenemos allí él como el meollo de la Exhortación que hemos venido resaltando con verdadero gozo espiritual. Dice el Papa Francisco: “Todo  “Anuncio del Evangelio”, se ha de realizar en forma “alegre, paciente, progresiva” (n. 110 a 175). Como especial. Expone cuatro modos de presentar este anuncio, en especial “la homilía”. (Continuará).