domingo, 20 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2014-02-22 11:10

¡Urgente! … Neiva necesita formar a los taxistas

Pelé, Coca-Cola, Papa y Okey, parecen ser las palabras más conocidas en el mundo, sin importar el idioma. La quinta es Taxi. No obstante, la popularidad de esta última, se desconoce su significado e historia.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | febrero 22 de 2014

Taxi,eslaabreviaturadeTAXÍMETRO,inflexiónprovenientedelapalabragriega “TAJI” quesignificatasa(loquesecobraporlaprestacióndeunservicio)yMETRONqueequivaleamedida.  Esdecir, traducida sería como la medidaenfuncióndeladistanciarecorridayeltiempotranscurridodurantelaprestación  delserviciodelvehículoconchófer.

Hay que decir, que losprimerostaxisfueronideadeFranzVonTaxis,quienen1504,ysiguiendoelejemplodeloscorreosmongoles(queofrecíanserviciopostalytransportes)creólaprimeralínearegulardecochesentreHolandayFrancia.  La idea surgió a raíz de una petición que en 1490 el Kaiser Maximiliano I (abuelo del Emperador Carlos I de España) le hiciera para transportar el correo entre sus residencias ubicadas entre Innsbruck y Bruselas.  Sin embargo, huboqueesperarhasta1904paraqueLouisRenaultinventaraeltaxímetro, artefacto conelquesecalculabaelpreciodelosviajes,segúnloskilómetrosrecorridosyeltiempoempleadoenellos.

Desde esos tiempos, se ha pensado en que este es un servicio no sólo muy importante, sino necesario y práctico.  Se han desarrollado muchas formas y modelos de este tipo de servicio, el cual varía según el país o la región donde se preste.  Lo que ha sucedido, es que hoy se ha desvirtuado la efectividad del oficio, a tal punto que quien aprenda a conducir sólo necesita un taxi para convertirse en taxista.  Y eso no debería ser así, pues este es un oficio que requiere características muy particulares dadas las connotaciones del trato persona a persona.  Es decir, en este oficio, el pasajero-cliente se convierte en un interlocutor que quiere dialogar sobre temas diversos como el clima, los hoteles, las vías, la ciudad, la inseguridad y hasta de sus propios problemas. 

Y alimentar este diálogo, el cual mejora y hace agradable el servicio, sólo es posible si se posee una buena formación en ese sentido, es decir, si se ha preparado para ese perfil.  Deberían repensarse acciones en esta dirección, sobre todo, en los actuales momentos, en donde la tecnología y los modos de aprender se han globalizado a tal punto que pareciera más difícil no hacerlo. 

Hoy por hoy, ciudades como Neiva están hablando de convertirse en destinos turísticos, proyecto que me parece tan formidable como necesario.  Pero, sinceramente, creo que con la calidad del servicio que prestan muchos taxistas esto va a ser supremamente difícil.  Los taxistas constituyen un gremio numeroso y hasta unido; pero necesita urgentemente una revisión tanto en su estructura formal como en su contenido. ¿Reciben, los taxistas de Neiva, algún tipo de formación, inducción o capacitación?, ¿dónde la reciben?, ¿quién la ofrece?, y qué orientación tiene?. Es decir, quién los controla.  Estos son algunos de los interrogantes que sería bueno responder desde las organizaciones que los agrupa, gobierno, comunidad, propietarios, gremios, academia, Estado, y hasta los mismos taxistas. Pues su actuación cada vez deja mucho que desear.

He venido observando, en un buen número de taxistas, indebidos procederes que van desde el maltrato con su vocabulario hasta desafíos de muerte.  Los noticieros continuamente producen noticias relacionadas con maltratos y que proporcionan los taxistas. El año pasado un taxista hirió con arma blanca a un señor porque le pagó con un billete de 50 mil pesos y él no tenía sencillo para el cambio. De esta manera, se conocen múltiples ejemplos de maltratos y de casos que desdicen de esta profesión. Claro, hay que decir que no son todos.

Y ni hablar de la indumentaria con la que algunos prestan el servicio: pantaloneta, camiseta sin mangas y chancletas.  Ah, y por supuesto, no les falta la música estridente, ni la popular y atrevida expresión: ¿A dónde lo llevo “patrón”?.  !Qué carencia de cortesía, qué falta de modales, qué muestra más fehaciente de lo que es un pésimo servicio. No se puede pensar ni esperar avances en materia turística y cultural, con taxistas de esta calidad.  Debería establecerse un mínimo de requisitos a quienes aspiren a prestar el servicio como taxistas, pues aunque no parezca, su labor representa una de las primeras semblanzas e imágenes de una comunidad, de una ciudad, de una cultura.