¡La juventud al poder!
Ciudades grandes, pueblos y veredas ya empiezan a ser invadidos por las vallas politiqueras...
Rostros enormes, gigantescos, mostrándonos los dientes de los que aspiran repartirse el botín burocrático en los próximos cuatro años...
Muestran los dientes en muecas que pretenden ser sonrisas para atraer votantes. La mayoría alza una mano dando a entender don de mando y liderazgo, ubicándose en las cimas de las colinas, en la mitad de una avenida, en la terraza de algún edificio, amenazantes, apabullantes, apoyados en eslóganes o mensajes que nos dan a entender que sin ellos no hay salvación.
Colombia no ha podido o, mejor dicho, no ha querido prohibir semejante forma de hacer campañas electorales. Es a costa de la contaminación visual, de cartelones pegados en las paredes, de postes de luz forrados de propaganda, de grafitis... Las siete plagas de Egipto se quedan en luces de bengala. Esta plaga mugrienta, mentirosa, cargada de mensajes falsos y de sonrisas de buitre que buscan su carroña, nos la tenemos que mamar —y me perdonan el verbo— querámoslo o no, durante el resto del año, pues no termina después de las elecciones, porque las dejan mugrientas, sucias, rotas, polvorientas, hasta que el viento, la lluvia y el sol las acaben de deshilachar.
Y para completar este doloroso vía crucis, los candidatos son una verdadera muestra de la juventud al poder: Horacio Serpa, Gerlein, Germán Villegas, etc... Una verdadera catarata de ideas nuevas, feromonas desbocadas, propuestas reales y novedosas, amén de energía desbocada... Es un gusto ver que en Colombia sí existe relevo generacional, que el votante puede escoger entre muchachones que no tienen nada que ver con los gamonales de antaño.
Y el premio a este relevo se lo lleva el partido sin logo, que tiene como única cabeza a un pensador profundo, alejado de fuerzas oscuras, que brilla por su honestidad, su pensamiento libre y sin ataduras guerreristas. Este partido tiene otra ventaja, y es que todos los que siguen en la fila de esa lista no tienen que hacer nada. Son borregos obedientes sin derecho a voz, pero con la orden perentoria de conseguir votos de fundamentalistas que sienten aversión por la paz.
Otra gran ventaja de este periplo electoral será que no habrá ninguna idea a debatir. Sólo estarán permitidos los tuits insultantes, las descalificaciones, los mensajes subliminales para que nos sigamos matando y nos saquemos los ojos los propaz y los no paz. A esto hemos quedado reducidos... Y sigamos comiendo callados.
O nos amarramos los machos los que queremos un país en paz o nos llevó el viruñas... Estas elecciones son decisivas. No queremos más que esta vieja y eterna juventud siga mangoneando el poder, amén de los Roys, nombre genérico para buscar a toda costa lo que ya sabemos, con las consecuencias que ya conocemos... ¡A ver si nos pellizcamos!