No se queden calladas
La violencia física contra las mujeres es un flagelo que obliga a que toda la sociedad se movilice. Tenemos un gran compromiso para que en el departamento se transforme el sombrío panorama que actualmente muestran las cifras de homicidios de personas del género femenino. Es colosal el reto. No podemos permitir que se siga incrementando los asesinatos de estos seres inermes, por lo cual resulta inaplazable y urgente el accionar de toda la sociedad para frenar esta barbarie.
A pesar de que tenemos una sociedad bastante fracturada, es responsabilidad de todos, parar estos horrendos crímenes. Si algo debe unir a todos los actores de la vida pública, es la convicción de que todos tenemos que aportar, todo lo que esté a nuestro alcance para detener un flagelo que no cede. Tenemos todavía una sociedad permisiva con la violencia contra la mujer. Muchas agresiones siguen pasando inadvertidas por estar normalizadas y tienen múltiples facetas: está, claro, la violencia física, que termina en lesiones personales o en asesinatos. Pero también es común la violencia psicológica, que pasa por la manipulación emocional, la destrucción de la autoestima y la humillación.
El maltrato a la familia y especialmente a la mujer, se ha convertido en un estilo de vida degradable contra la dignidad humana, porque se presenta una afectación física, psicológica y familiar a los seres que contribuyen a la preservación y conservación de la especie humana.
Permanentemente los medios de comunicación están difundiendo estos casos violentos que están aterrorizando a la sociedad huilense. Lastimosamente, los feminicidios en nuestro país están lejos de acabarse. De acuerdo con las estadísticas oficiales, aproximadamente cada dos días asesinan a una mujer en nuestro país. Incluso es lamentable que algunos homicidios, son provocados por menores de edad.
El pasado miércoles 25 de noviembre, se celebró el día Internacional contra la Violencia de Género, con una pandemia que ha empeorado las brechas de desigualdad y ha desencadenado más agresiones contra las mujeres. Las cifras son escabrosas. Con corte de octubre de este año, el Observatorio Feminicidios Colombia ha registrado 508 de estos casos. Las llamadas a la Línea Púrpura crecieron 230 % respecto al año pasado. Seis de cada diez empleos que se perdieron durante el aislamiento pertenecían a mujeres, lo que las deja en estado de vulnerabilidad.
En medio de ese río revuelto, las causas estructurales de la violencia se solidifican. El resultado son incontables tragedias que un sistema de justicia colapsado, y a menudo indiferente, no puede atender. Hay que seguir honrando a todas las mujeres, acompañando a las que están sufriendo en silencio y para exigir al Estado que reconozca que tiene que hacer mucho más para protegerlas.