Las movilizaciones sociales continúan
En medio de la creciente pandemia, diversos sectores de la oposición han venido impulsando el desarrollo de movilizaciones populares, para expresarle al gobierno nacional su inconformismo, por el actuar gubernamental incoherente, que ha venido generando un proceso empobrecedor del pueblo colombiano y un aumento de las desigualdades sociales. Desafortunadamente sus anuncios y de algunos gremios de la producción, han creado un malestar en la opinión pública por algunas medidas que se han venido ventilando a través de los medios de comunicación, planteando algunas reformas que van en contravía del bienestar de la sociedad colombiana.
Estas convocatorias que vienen realizando el Comité Nacional de Paro, son inoportunas en los cruciales momentos que vive la sociedad colombiana. Son auspiciadas por los líderes políticos que perdieron las elecciones presidenciales hace dos años y que aprovechan los momentos aciagos que vive la República, para seguir construyendo su proyecto para conquistar la presidencia de la República en el 2022. Su misión es desestabilizar las instituciones democráticas con miras a obtener el poder presidencial. Pero esa no es la forma racional para lograrlo.
En la mayoría de las veces, se han convertido en verdaderas confrontaciones con la Fuerza Pública, por la presencia de vándalos que destruyen establecimientos comerciales, bienes públicos, transporte público y el caos en la movilidad que necesariamente afectan el bienestar de las familias colombianas. Consideramos que con esos actos violentos que propician, jamás van a lograr este propósito. Están totalmente equivocados. Están generando un rechazo de la mayoría de la sociedad colombiana.
Es absurdo doblegar al gobierno nacional elegido en las urnas, a través de la generación de crisis en las calles. Un escenario que, independiente de si es fiel o no a la realidad reciente, no puede, de ninguna manera, ser considerado un ejercicio democrático. Para decirlo sin ambages, la democracia se ejerce en las urnas, donde se respaldan programas de gobierno, y a través de las protestas se manifiestan válidos cuestionamientos o inconformismos respecto a diversas situaciones.
Pero que quede claro: la protesta callejera no reemplaza el sufragio universal, lo complementa. Estamos plenamente convencidos que debe primar, ante todo, las vías del diálogo y la concertación.
Además, tenemos una pandemia creciente del coronavirus. En estas aglomeraciones, el virus deambula libremente, porque se rompen los protocolos de bioseguridad recomendados por las autoridades sanitarias. Con el virus no se juega. La realidad es cruda. La supervivencia humana está en serio peligro. Además, el país, está atravesando unos momentos muy difíciles por los efectos acaecidos recientemente en algunas regiones del país, que han sido devastadas en su totalidad por el accionar de los huracanes IOTA y Eta.