sábado, 19 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2017-10-29 01:39 - Última actualización: 2017-10-29 01:39

La revolución del amor que trajo Jesús

Escrito por: Redacción Diario del Huila | octubre 29 de 2017

padremanuelantonio@hotmail.com  

La táctica de los fariseos de hacer preguntas a Jesús es continua y persistente no tanto para seguirlo, sino para probar sus conocimientos y hacerlo caer en contradicción; nunca lo lograron, como lo veíamos el Domingo anterior con la cuestión del tributo.

Hoy, en este domingo 30 del año litúrgico la pregunta hecha por un doctor de la ley también es capciosa, pues él como  diestro en las leyes debía saberlo. Así desde el Deuteronomio se explicaba cómo tenía que ser el amor a Dios, “con todo el corazón, con toda la mente y con todo el ser” y ordenaba no tener otros dioses distintos a Yavéh. Esa oración debían grabarla en la mente, repetirla por los caminos, enseñarla a los hijos y decirla a determinadas horas.

Resuelta la cuestión del tributo al César y superada la dificultad saducea sobre la naturaleza de la vida después de la muerte, define hoy Jesús lo esencial de la ley.

613 preceptos formaban la maraña legislativa de la ley. De ellos 365 eran prohibiciones correspondientes a los días del año y 248 prescripciones correspondientes a los componentes del cuerpo humano. El creyente elemental necesitaba una síntesis  de lo esencial y por eso si el doctor pregunta de mala intención, Jesús le responde a él y a nosotros con toda sinceridad, y superando la pregunta le añade el segundo mandamiento que tiene la misma importancia que el primero.

La religión implica una relación de persona a persona y así Dios y el prójimo son el resumen y lo esencial de la ley. El amor es la base de toda la ley y los profetas y el gran Profeta Jesús vino a traernos la revolución del amor que todavía no se logra en su integridad.

Seguimos pegados a las leyes, a las prohibiciones, a las amenazas, como los fariseos y descuidamos la práctica del amor al prójimo o la tomamos como algo de consejo piadoso, nos olvidamos de Platón cuando dijo: “Donde reina el amor, las leyes sobran” y de Walt Whitman: “Aquel que camina una sola legua sin amor, camina amortajado hacia su propio entierro”

En la Iglesia hay verdades de tipo vertical y de tipo horizontal. Las primeras piden del hombre la conversión a Dios. Las segundas lo comprometen en el servicio al prójimo. Desde la edad media se tomó el decálogo como base de la enseñanza religiosa y de la acción pastoral, y la misma forma negativa de la mayoría de los mandamientos (siete de los diez mandamientos empiezan con un “NO”) nos encierran simplemente en lo que no hay que hacer con el hermano. Jesús en la afirmación de hoy coloca el amor al prójimo como señal del amor de Dios,  son dos vías igualmente importantes para llegar al Padre a través del ejemplo que dio Jesús en toda su vida. “Tanto amó Dios al hombre que le envió a su Hijo”. La mayoría de discusiones de Jesús con sus enemigos fueron sobre la preferencia sobre el hombre y no sobre la ley. “es el sábado para el hombre y no el hombre para el sábado.

La única ley que no hemos ensayado los que recibimos la herencia cristiana es el amor. La palabra más repetida en el Nuevo Testamento es el amor al prójimo como signo del amor a Dios.

Debemos aprender a amar como lo dice Jesús: A Dios por encima de todo y al prójimo como a nosotros mismos. Las dos medidas son colmadas. De Dios lo hemos recibido todo y al prójimo debemos darle todo. No es dar limosna, ni una compasión enfermiza lo que nuestros hermanos necesitan; es entrega, servicio, sacrificio, desinterés y disposición a dar la vida por el otro. Cuánto nos amamos, nos disculpamos, nos gusta aparecer, tener imagen, ser importantes. Hagamos esto con los hermanos que nos rodean, porque como decía la Beata Teresa de Calcuta: “En la tarde de la vida seremos juzgados sobre el amor”.