sábado, 19 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2020-10-20 03:15

La minga y lo que nos espera a los colombianos

Escrito por: Redacción Diario del Huila | octubre 20 de 2020

Por  Julio Bahamon

 

La constitución de 1.991 además de ser extensa confundió aun mas al país. Contrario a la carta de 1.886 de Rafael Núñez que reemplazo a la de 1.883, Colombia paso de ser un estado federal a uno centralista y por consiguiente la administración publica quedo en manos del ejecutivo, pero hoy nos encontramos con esta nueva normatividad, la de 1.991, que se ocupó de fraccionar al país, abrió las hendijas por donde se continuará despedazando a la sociedad colombiana. Hoy tenemos que la carta fundamental ha dividido al pueblo colombiano en pueblos indígenas, en razas, pues a las negritudes, igualmente, les abrió un espacio privilegiado dentro del articulado y de ahí tenemos que la unidad de nuestro país salto en pedazos. Colombia ya no es un país unitario. Tampoco es un Estado Social de Derecho. Es una república fraccionada y lo vemos en las ciudades hasta donde llegaron ilustres desconocidos encargados de la planeación y ellos crearon lo que hoy conocemos como los estratos de nuestra sociedad. Esa división es además discriminatoria y odiosa, pues se dieron el lujo de establecer zonas para los pobres, para los asalariados, para la clase media y para los ricos. En mis épocas de juventud esa odiosa discriminación no existió jamás. Tengo clarísimo en mi memoria que al lado de nuestra casa en Neiva vivía un buen señor dueño de un taller de reparación de bicicletas y nunca mi papa estableció barreras sociales con él, ni con su humilde familia. Todo lo contario, mis hermanos y yo vivimos felices de ser sus vecinos pues nos quedaba muy fácil alquilar sus bicicletas para salir a recorrer entonces a la ciudad, sin peligro alguno y agradecidos con el dueño del taller. Hicimos amistad con sus hijos y con frecuencia ellos venían a jugar con mis hermanos menores. Lo que está ocurriendo hoy en el país con la famosa minga indígena asentada en la capital de la república, a quienes la ley le da un tratamiento especial al punto de que por sus ancestros ellos se dan el lujo de pactar con los gobernadores por donde pasan compromisos de inversión para sus regiones desatendiendo, con esa actitud endeble, los planes de desarrollo aprobados por las asambleas departamentales quedando los presupuestos en sus regiones al mejor postor. Las Asambleas han quedado como rey de burlas.  Son poseedores, además, de una justicia indigenista, tiene sus propios jueces y castigos, gozan de curules en el congreso, al igual que la raza negra. Ahora se han copiado los bandoleros, y a ellos les fueron adjudicados 10 escaños en Senado y en la Cámara sin necesidad de reunir los requisitos de ley que están obligados a cumplir los demás congresistas. A mí me preocupa, no lo que reclaman los indígenas, sino lo que pueda provocar la extrema izquierda radical que, infiltrada, se ha empeñado en crear con sus acciones vandálicas el caos y el miedo dentro de la población civil. Muchos dirán que, por que es que las mayorías de este país reclamamos la autoridad de Álvaro Uribe Vélez demostrada con creces durante sus ocho años de gobierno, y la pregunta es fácil de contestar, la reclamamos por eso mismo, por su autoridad y orden. Autoridad y orden que no vemos por ningún otro lado. El Dr Uribe representa lo que los colombianos creemos que necesita el país. Álvaro Uribe es valiente y esta comprometido con Colombia para los colombianos, contrario a otros que están haciendo política obedeciendo intereses exógenos del continente.