lunes, 21 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2020-10-17 02:18

JUSTICIA INFICAZ Y DESCONTROL SOCIAL

Escrito por: Amadeo González Triviño
 | octubre 17 de 2020

POR AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO

Con ocasión de nuestro artículo publicado la semana anterior, sobre el estado de caos que vive nuestro país, frente a una Administración de Justicia ineficaz, que cercena el derecho de acción y que se transforma con las normas sobre pandemia de manera alarmante y ha de incidir en generar un proceso regresivo en las actitudes y comportamientos humanos, algunos hacían alusión a que mi texto tenía que ver con una censura a una providencia que se produjo horas después de haber escrito dicha opinión, con relación a la libertad de uno de los procesados por eventuales comportamientos que puedan ser constitutivos de acciones criminales o penales.

La verdad sea dicha. Para nada me he ocupado de hacer mis análisis y estudios con respecto a aquel proceso penal que se maneja al vaivén de los intereses personalistas, y que ha alimentado a los medios de comunicación, quienes tienen una especie de patente para vulnerar todas las garantías procesales, para abrogarse según inciden algunos como los únicos para quienes la reserva del sumario no los cobija y de otra parte, que ha desquiciado a la opinión pública y se ha trastocado como una feria de las vanidades en las que todos quieren y pretenden a su manera, ser portaestandartes de la gran verdad revelada, terminando en últimas, en ser aves de mal agüero y pregoneros de infortunios, criminalidades, impunidades y perpetuar el sainete de las arandelas jurídicas en torno a jueces, fiscales, abogados y autores de tales delitos.

Como ha sostenido el salvamento de voto de la Corte Constitucional, Doctor Alberto Rojas Ríos, el Decreto 806 del 2020, viola la opción de que los ciudadanos puedan concurrir a los estrados judiciales a indagar o formular las acciones en forma directa con la administración de Justicia, en un país, donde los servicios de internet o la educación para acceder a los mecanismos virtuales, es un caos y solo es posible en algunos pocos, que se quieren generalizar y que por tanto, no puede llegar al esperpento de tal normatividad, cuando los mismos jueces y funcionarios judiciales, si lo han leído, no han profundizado en su estudio y desconocen el trasfondo y la realidad que en medio de todo, viene generando, distorsión, equivocaciones y sobre todo: inercia e incapacidad para resolver los procedimientos a seguir y aplicar en cada caso concreto.

Esta normatividad y esta justicia virtual en un país de mediocres y de gente sin sentido de pertenencia y con unas comunidades alejadas y olvidadas de los mecanismos de acceder a la justicia o a los elementos técnicos que ella demandan, son precisamente parte de una anormalidad que nunca podremos remediar y que crece paulatinamente, cuando la miseria y el abandono de las clases desprotegidas, ronda los dieciocho millones de habitantes, según las cifras y las estadísticas que al respecto se nos dan a conocer en éstos días.

Todo esto, sumado a la inercia judicial, a la ausencia de apoyo por parte del Gobierno Nacional y con un CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA, anquilosada y que no apoya como debe apoyar a las comunidades, ha de generar una cultura de regreso a las formas primitivas de ajusticiamiento o lo que es lo mismo, el regreso a la ley del talión, que ya se consideraba superada.

Las normas, un país de normas, el conjunto de preceptos para aplicar en cada caso concreto, la diversidad de opiniones y de formas de querer ejercer funciones por quienes están investidos de dichas facultades, terminan siendo un gran mal, y han de tener un efecto casi que idéntico o similar al de la pandemia que nos reduce cada día más y más, cuando ante la imposibilidad de control por parte del Gobierno, éste considera que ya cumplió con su papel al haber dictado normas sobre cuarentena y se deja manipular por el comercio y destruye la economía con las normas adoptadas una vez se empezó el gran dolor de cabeza, para cuando ya no tienen recursos, terminar por trasladar toda la responsabilidad a los ciudadanos y expulsándolos para que salgan a las calles y que cada quien se salve como pueda, creyendo que de esta manera, se lava las manos en forma descarada, para propiciar contagios y muertes que crecen y siguen siendo un índice aterrador en este país.