Iota y los idiotas
Carlo Eduardo Trujillo González
No basta que Colombia y el mundo pasen por momentos difíciles a consecuencia de la pandemia, que el hambre y la desigualdad sigan haciendo estragos; la naturaleza vuelve y cobra a través del cambio climático y toca de nuevo a nuestro país, no solo fruto de las lluvias que azotan a las regiones, causando inundaciones, deslizamientos, crecientes súbitas, acrecentando pérdidas de vidas, daños materiales, cultivos, animales e infraestructura vial entre otras. Nuestro paraíso del norte colombiano como es el archipiélago de San Andrés y Providencia, fue fuertemente golpeado por el huracán Iota, causando sobre todo en providencia, la destrucción de su hermoso paisaje, pérdida total de sus viviendas, hospital e infraestructura pública y privada.
Con la naturaleza nadie pelea, cualquier crítica tendría oídos sordos o tal vez sus consecuencias revotarían contra la humanidad por su mal comportamiento y años de inconciencia colectiva que todos hemos asumido frente a la gran responsabilidad que tenemos respecto al planeta y a la vida misma de nuestros hijos, nietos y herederos.
Una cosa son los estragos de Iota y otra las consecuencias de los idiotas que cada vez que en sus derecho las centrales obreras, gremios o sociedad civil organiza una jornada de protesta en este país, salen ellos “ los Idiotas” amparados por la pasividad, tolerancia que dejó nuestra constitución en la interpretación de aquellos que aún no han entendido que sus derechos van hasta donde llegan los de los demás, que el respeto y los valores perdidos, hoy casi nada inculcados en los modernos hogares de muchos colombianos, donde no se respeta a padre y madre, lo cual da lugar a no respetar autoridad alguna y con ello destruir lo que como huracán se encuentren a su paso.
Así registraron el paro, los medios de comunicación en los noticieros nacionales y regionales, donde fue común el silencio de aquellos que promocionan el odio, la división nacional y detrás de tener mamertos útiles e incluso bandas delincuenciales que presuntamente operan cada vez que hay protestas, causando caos, destrucción, hurtos, daños en la infraestructura pública, incluso hasta las obras de arte y símbolos históricos han sido víctimas del vandalismo irracional.
Hoy cuando gomelos de estrato alto, aquellos que llamamos hijos de papi y mami que en otros tiempos buscaron espacios o alguna identidad política por conveniencia, ostentacion de poder y burocracia, andan buscando nido así sea en el de sus propios cuervos, tratando de convertirse en aves de rapiña o gallinazos, para la Colombia que tal vez presumen convertir.