lunes, 21 de julio de 2025
Huilenses en el Mundo/ Creado el: 2014-01-10 10:04

“En Londres pude exorcizar mi dolor”

La influencia inspiradora de su padre ha acompañado a Nancy Liscano Parra durante toda su vida. De él heredó una profunda vocación de servicio que le ha permitido formar parte de importantes iniciativas primero en el Huila, y desde hace diez años en Londres. Allí una parte importante de sus esfuerzos se centran en trabajar con la comunidad inmigrante iberoamericana, una labor que le ha permitido el reconocimiento por parte de la Alcaldía de esa ciudad, como Voluntaria del año 2011.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | enero 10 de 2014

La violencia ha golpeado profundamente a Nancy Liscano Parra en dos ocasiones. La primera vez en septiembre de 2001, con el asesinato de Benedicto, su padre, y la segunda, en diciembre de 2005 con el atentado que terminaría con la vida del exgobernador del Huila, Jaime Lozada Perdomo, a quien le unía una estrecha amistad. Ambos momentos han significado un punto de inflexión en la vida de esta educadora garzoneña en el que Londres, la ciudad que la acoge desde hace diez años, ha sido un revulsivo.

“Quiero mucho esta ciudad porque es el lugar donde he exorcizado tanto dolor, donde he conseguido reestructurarme como persona y desde donde he vuelto a ver a Colombia con ojos de esperanza, de optimismo”, afirma, mientras esboza una gran sonrisa y añade: “¡No me quejo ni del clima!”.

Sí, en la capital de Inglaterra, esta Ph. D. en Psicología y Desarrollo Cultural por la Universidad Autónoma de Madrid, ha hallado equilibrio, pero también ha encontrado la forma de continuar haciendo una de las cosas que aprendió de su padre: servir a los demás. Alterna sus labores como asesora en preescolar (Nursery Deputy Manager) en la empresa Jam Kids Nursery con la dirección del Teléfono de la Esperanza, una ONG de voluntariado, de acción social y de cooperación para el desarrollo, sin ánimo de lucro, que ofrece un servicio integral y gratuito de apoyo a las personas que se encuentran en situación de crisis.

Bajo la acertada dirección de Nancy, el Teléfono de la Esperanza edición londinense ha logrado un gran reconocimiento entre la comunidad latina en el Reino Unido por su servicio a los inmigrantes. Su profesionalidad y apertura le han permitido realizar convenios y programas con ONG y organizaciones comunitarias con el soporte de la Policía y de las autoridades locales. Este trabajo la hizo merecedora del reconocimiento como la Voluntaria del Año 2011 otorgado por la Alcaldía de Londres.

 Una experiencia enriquecedora

Basta escuchar a esta psicóloga para comprender la influencia de su padre y la profunda aflicción que su muerte causó. Su visión de progreso y de compromiso social, lo convirtieron en un líder comunitario que educó a sus hijos y promovió en su familia los valores de la convivencia, la tolerancia y la solidaridad. Por eso, Benedicto Parra, fue una persona inspiradora para cada uno de los cuatro hermanos de Nancy, para doña Gloria, su madre, y para ella misma. Y por eso, además, su presencia, de una u otra forma, está presente a lo largo de esta entrevista.

“Nunca quise indagar en las razones ni en la autoría del asesinato de mi padre, sólo sé que sentía tanto dolor que necesitaba alejarme de toda esa realidad que acontecía día tras día en el país”. Eran tiempos convulsos para Colombia, y especialmente para el Huila. Secuestros, extorsiones y atentados terroristas se convirtieron en una especie de rutina fatal debido a la proximidad con la llamada “zona de despeje”.

La muerte de su progenitor llegó en un momento en el que ella vivía un excelente momento laboral en el Huila. “En ese tiempo la secretaria de Educación era Miriam Méndez de Cuéllar, una persona muy significativa para mí porque primero fui alumna suya y luego me dio la oportunidad de trabajar en proyectos como la implementación de los Grados 0 en preescolar así como en la creación y dirección de algunos centros educativos en Garzón y en Neiva”.

Nancy lideró la creación de un colegio en Río Loro para los jóvenes de escasos recursos, luego fue directora del Centro Educativo “Hogar de la Niña”, en el que permaneció durante tres años.  Posteriormente, fue la rectora de la institución educativa IPC “Andrés Rosas”. Todas fueron experiencias enriquecedoras, ya que el objetivo principal era llegar a  ofrecer educación de calidad y digna a las personas de escasos recursos.

“Uno de mis grandes retos fue demostrar que no es diferente el profesor que trabaja en un barrio rico o en un barrio pobre, pues la calidad de un docente se encuentra  en la vocación, el conocimiento y el amor con el que realiza su trabajo”, asegura.

 Un lugar para sanar

Sin embargo, el dolor por el asesinato de don Benedicto no la dejaba disfrutar completamente de sus alegrías laborales y profesionales. Había realizado especializaciones en Educación personalizada y Educación y desarrollo cultural, y estaban llegando nuevas ofertas de trabajo. “Mi hermano René se encontraba en Roma y me propuso venirme a Europa”. Aunque irse al extranjero le llamó la atención, el primer país que tuvo en mente fue Australia. “Quería iniciar un doctorado y para ello necesitaba aprender inglés, en ese país ofrecen muchas facilidades para los inmigrantes a nivel educativo. Pero estaba muy lejos y la idea era que mi hermano y yo pudiéramos hacernos algo de compañía”.

La segunda opción fue Londres, y al final fue la definitiva a pesar del coste económico que tuvo que asumir. Pidió una excedencia no remunerada y viajó arropada por el apoyo de su familia, su exesposo y sus hijos Sebastián y Juliana. Estuvo estudiando inglés durante siete meses que se le hicieron eternos, “¡fueron siete meses lejos de mis hijos!”, exclama. Tan pronto como finalizó esta parte regresó al Huila para reencontrarse con los suyos, pero lo hizo con la certeza de que no quería dejar a mitad de camino la etapa formativa, así que volvió a Londres esta vez para empezar el doctorado.

“Mi vida se empezó a involucrar mucho con esta ciudad. Pensé que este país era muy rico, pues uno siempre ve la vida de la reina y los príncipes y resulta que me di cuenta que hay un sector de la población que afronta muchas necesidades, mucha soledad”, cuenta. Esto la motivó a involucrarse con la comunidad inmigrante. Empezó a colaborar en los medios de comunicación latinos y a través de sus clases de doctorado fue comprendiendo la realidad de  la inmigración.

Nancy descubría estas experiencias sin alejarse de su tierra. Visitaba a su familia todas las veces que podía y en uno de esos viajes se reencontró con Jaime Lozada Perdomo, una persona con la que una mantenía una estrecha relación desde cuando asumió algunos de los compromisos comunitarios que tenía su padre en Garzón. En ese tiempo el exgobernador afrontaba el secuestro de su esposa y sus hijos, tenía algunos proyectos en mente y quería compartirlos con ella, así que la invitó a encontrarse en una de sus visitas a Garzón. Ella había colaborado en la producción de su libro “Crónica de Miraflores: el cielo en el infierno. Historia de un secuestro masivo”. “Él me decía constantemente que volviera al Huila que allí había todavía mucho por hacer y que yo podía hacerlo bien”, comenta.

Nancy estaba pensando en el regreso ya habían pasado dos años y la idea de seguir lejos de sus hijos la preocupaba mucho, así que aceptó la invitación de verse con Lozada en su siguiente visita. Se encontraron el 3 de diciembre de 2005. Estuvieron compartiendo una tarde agradable con amigos en común y a los cinco minutos de despedirse la llamaron para decirme que a Jaime lo habían matado. A los tres días ya estaba de nuevo en Londres, empezó todos los trámites necesarios y a los pocos meses se reunió con sus hijos.

“Todo ha sido muy difícil, estudiar, trabajar, aprender inglés, ser mamá. Fue un gran cambio en mi vida, pero siempre he contado con el apoyo de mi familia. Sin ellos nada de esto hubiera sido posible”, dice emocionada. Pero Londres también la ha recibido con los brazos abiertos. “Aquí encontré muchísima paz, estoy muy agradecida con toda la experiencia a pesar de las dificultades, es un país bondadoso, a pesar de que no es fácil emigrar. Además, he podido trabajar en mi profesión, y desde ella, ayudar a la gente que lo necesita”, añade.

 El teléfono que salva vidas

Sin lugar a dudas una de las iniciativas lideradas por ella que más satisfacciones le ha dado durante este tiempo ha sido la puesta en marcha en Londres del Teléfono de la Esperanza. La primera vez que había escuchado sobre este proyecto fue en España, mientras cursaba su doctorado. Aunque en un primer momento le pareció una idea descabellada por el grado de responsabilidad que exigía, en 2006 decidió asumir el reto. “Tuve la oportunidad de conocer a Jesús Madrid, uno de sus fundadores, que fue además quien se encargó de formarme como voluntaria para poder prestar servicio”, recuerda.

Hoy, este servicio de ayuda atiende un promedio de 60 llamadas semanales de usuarios iberoamericanos, especialmente colombianos, ecuatorianos y españoles, con el propósito de velar por el bienestar emocional y psicológico de un grupo tan vulnerable como el de los inmigrantes, el cual, la mayoría de veces debe afrontar un ambiente hostil en una sociedad que no siempre valora su presencia.

La mayoría de llamadas que recibe el grupo de voluntarios coordinado por Nancy están relacionadas con problemas familiares, de violencia machista o incertidumbre respecto a no saber qué quieren hacer con sus vidas. Otras problemáticas se relacionan con el maltrato laboral. “Cuando una persona nos llama sólo quiere que la escuchemos. Es increíble la cantidad de formas que tenemos en la actualidad para estar conectados, pero lo incomunicados que estamos”, subraya.

Por esta comprometida labor, la principal autoridad de la ciudad de Londres, Boris Johnson, concedió en 2011 el reconocimiento como Voluntaria del año a Nancy Liscano, esta garzoneña que dice estar satisfecha por estar cumpliendo un sueño: el de ser un instrumento de ayuda, esta vez, para la comunidad iberoamericana residente en la capital de Inglaterra.

 

 “Nunca quise indagar en las razones ni en la autoría del asesinato de mi padre, sólo sé que sentía tanto dolor que necesitaba alejarme de toda esa realidad que acontecía día tras día en el país”.

  “Uno de mis grandes retos fue demostrar que no es diferente el profesor que trabaja en barrios rico o en barrios pobres, ya que la calidad de un docente se encuentra en la vocación, el conocimiento y el amor con el que realiza su trabajo”.

 

Por: Diana Manrique Horta y