“Cada nuevo reto ha sido una oportunidad para crecer”
La constancia y deseo de superación de Diego Zamora Velásquez (Neiva, 1983) le ha permitido abrirse espacio en uno de los sectores más importantes de la economía española: la hostelería. Vinculado desde hace cuatro años al Grupo Hostelero Ríos de España -especializado en gastronomía de vanguardia-, este padre e hijo ejemplar, es el encargado del restaurante y cervecería “Quilombo”, ubicado sobre la Gran Vía madrileña, una de las más cosmopolitas de Europa.

El neivano Diego Zamora Velásquez fue uno de los cientos de colombianos que llegaron a España en contingentes de trabajadores solicitados por reconocidas empresas de este país. Al haber estudiado mercadeo y servicios en el Sena Regional Huila tenía la posibilidad de optar a una de esas plazas por las que competían muchas personas.
España vivía su propia versión del “sueño americano” y muchos colombianos veían, en una oportunidad como esa, la posibilidad de formar parte de él. “Yo empecé los trámites con mucha incertidumbre, pues sentía que me faltaba más experiencia, pero pensé: voy a intentarlo, por si las moscas…”, cuenta sonriente.
La actitud positiva de este joven de 30 años resultó escogida y en febrero de 2005 llegó a Madrid para vincularse a la cadena de supermercados Ahorramás, donde trabajó durante cuatro meses como reponedor y almacenista. “Estaba ilusionado, aunque la adaptación no fue fácil”, recuerda. Afortunadamente él no se encontraba solo, su esposa –en ese momento- y Daniel, su hijo, le acompañaban.
Las ventajas de estar en España con un permiso de residencia y trabajo le motivaron a buscar nuevas y mejores opciones laborales. Una de ellas la encontró en la prestigiosa empresa de supermercados Mercadona. Durante nueve meses fue reponedor y almacenista, además estuvo realizando un curso de formación para ascender a gerente.
“Yo venía de trabajar como operador logístico en el éxito de Neiva por lo que el funcionamiento de un supermercado no me era desconocido. Sin embargo, estas primeras experiencias laborales en Madrid fueron muy positivas porque me acercaron a otra dinámica laboral, comercial y empresarial de la que aprendí mucho”, comenta.
El salto a la hostelería
Estos nuevos aprendizajes hicieron que Diego todavía quisiera ganar más experiencia en otros terrenos. Tocando puertas llegó al restaurante y cervecería “Zahara”, propiedad del Grupo Hostelero Ríos de España (RE), dedicado, desde hace más de 40 años, a la búsqueda y realización de nuevos y exitosos emprendimientos gastronómicos.
En apenas ocho meses Diego pasó de camarero a encargado. Aprendió rápido y bien. “Una de las características que ellos destacaron cuando me ascendieron fue la responsabilidad. Eso hizo que los propietarios confiaran en mí y, a la vez, que yo también me comprometiera al máximo con la empresa”, afirma, aunque también recuerda que no sabía nada relacionado con el oficio de camarero, “las primeras semanas fueron difíciles. Afortunadamente encontré mucho apoyo entre mis compañeros de trabajo, gracias a ellos adquirí rápidamente el nivel que necesitaba para este oficio”.
La confianza ganada hizo que desde 2009, este muchacho, amable y tranquilo, sea una de las personas claves con las que cuenta el Grupo RE dentro de su equipo. Tras permanecer en “Zahara” casi dos años, Diego pasó al restaurante “Garbo”, ubicado a pocos metros de la Puerta del Sol –el corazón de Madrid-. Su especialidad en cocina italiana y una variada carta de vinos ha posicionado este lugar como uno de los mejores restaurantes de la capital española.
Además de ejercer como encargado, Zamora empezó a sugerir algunas iniciativas que permitieran un mayor posicionamiento de este lugar. Varias de ellas fueron escuchadas e implementadas por los propietarios. “Básicamente, uno de los aspectos en los que quise hacer énfasis fue en el de la atención al cliente. Hacer que las personas se vayan satisfechas no sólo porque han comido o bebido bien, sino porque también se les ha atendido bien”.
Nuevos retos
Luego de 18 meses y de un trabajo realizado de forma impecable el Grupo RE le propone a Diego asumir un reto doble. Primero, ser encargado del restaurante “Vitamina” y posteriormente participar en lo que sería su transformación a la cervecería “Quilombo”.
“La idea era darle un nuevo aire al local, el cual está ubicado sobre la gran vía madrileña. Queríamos combinar dos estilos que nos permitieran llegar a más clientes, pero conservando la calidad de los productos que ofrecemos. Mientras Vitamina, estaba más enfocada a familias y a jóvenes, Quilombo tiene una atmósfera, decoración y carta clásica, muy de taberna, con un punto urbano”, explica.
El cambio ha sido positivo. Basta pasarse alguna noche por allí para encontrarse con algún show en vivo o con algunas personalidades de la farándula española. También es agradable ver a Diego en acción, ofreciéndole a los clientes una cálida atención. “Es algo que hago con agrado y que no me requiere esfuerzo alguno. En Colombia las personas somos muy cercanas, se siente más calor humano, mientras que en Madrid la gente suele ser más directa y tajante, pero no es mala educación. Es un tema cultural que ha venido cambiando gracias a la presencia de nosotros, los inmigrantes”, subraya.
Al hacer el balance del tiempo transcurrido Diego suspira y esboza de nuevo una sonrisa. “Me han sucedido cosas muy buenas aquí. Gracias a mi trabajo, por ejemplo, he podido ofrecerle una mejor calidad de vida a mi familia, especialmente a Daniel, mi hijo, a quien echo de menos todos los días”.
Vivir en España le ha permitido, además de forjar un carácter como profesional, conocer algunos lugares que cuando estaba en Neiva veía inalcanzables. París, Milán, Venecia, Roma… “Cuando estás allí es imposible no pensar en lo que te enseñan en el colegio, lo que te muestran en los libros, te sientes dentro de tus clases de historia, pero en vivo”, sonríe.
Sin embargo, ese gesto se desvanece por un momento cuando recuerda los momentos difíciles. El más relevante lo vivió en 2011 al enterarse de la muerte de doña Martha Lucía -su madre- estando en España. “Acababa de llegar de Neiva. Había estado celebrándoles a ella y a mi papá su 31 aniversario. A los pocos días de regresar ella murió, pero ya no podía pedir más permisos, pues me requerían en el restaurante”.
Esta dolorosa experiencia hizo reflexionar a Diego sobre el valor de las cosas. “Soy una persona consentidora con mi familia. A ellos les he dado todo lo que he podido. Siempre que estoy en Neiva paso el máximo tiempo a su lado. Esta es la mejor forma de hacer que la distancia no pese tanto. No lamento en absoluto el dinero que invierto en pasar tiempo con ellos porque de eso va la vida, tú trabajas, te esfuerzas, te sacrificas para poder disfrutar de lo bien que te va con los tuyos”, concluye.
Por: Diana Manrique Horta y