El turno de la educación
Por: José Eliseo Baicué Peña
Le escuché decir a un profesor mío en la Universidad Nacional de Colombia, que si en estos tiempos resucitara una persona que murió hace 100 años, se sorprendería de los bruscos cambios tecnológicos, culturales, políticos, urbanísticos, ambientales, de principios y de valores, entre otros.
Agregó, que lo único que no le sorprendería sería el modelo de educación existente. Pues, vería que está el mismo escenario cuadrado del salón, el mismo tablero, sólo, que ya no es verde, sino blanco y en acrílico, y la tiza fue reemplazada por marcador; la misma figura del profesor al frente de un grupo de estudiantes, antes tenían un pequeño escritorio, ahora ni siguiera eso; el mismo modelo impositivo de currículos y líneas temáticas, antes había cívica, urbanidad, valores, principios; y los mismos patrones de calificación.
La irrupción de esta pandemia ha obligado al mundo entero a cambiar y a adaptarse a nuevos cambios en todos los campos, desde la salud hasta la agricultura.
También, está generando cambios en la educación. La virtualidad está señalando el medio más inmediato para la educación pueda cumplir su misión. Que sea eficiente o no, es otro tema de otra columna. Pero, tal como se avizoran las cosas, y de acuerdo con los pronósticos de médicos, inmunólogos, epidemiólogos, y laboratorios, estos métodos de virtualidad amenazan con quedarse, o, por lo menos, mantenerse durante varios años más.
Claro, que ha sido positivo, porque ha permitido evidenciar que existen muchas falencias en el modelo educativo del país, y en sus herramientas pedagógicas, incluidas las que facilitan la conectividad.
Así mismo, la pésima remuneración de los docentes, las adecuaciones físicas de las instituciones, los pobres laboratorios, las insuficientes bibliotecas, los presupuestos pírricos, la incompleta cobertura y las pocas garantías de permanencia y graduación.
Y, mientras se surte el debate sobre el fin de esta pandemia, los protagonistas de la educación: estudiantes y docentes, ya se están hartando de un método que no permite hacer seguimientos ni garantizar una adecuada manera de comunicarse y socializar los temas de las diferentes disciplinas.
No obstante, todo esto, es el momento oportuno e histórico de que el gobierno y las instituciones educativas, desplieguen todo su potencial y recursos, para sembrar las nuevas semillas del gran cambio en la educación en los albores de la tercera década de este siglo.
Urgen más presupuestos, urgen más alianzas, urgen más ayudas, urge más voluntad política y más respaldo a la educación de todas las organizaciones y fuerzas vivas del país.
Esas decisiones señalarían un nuevo horizonte al desarrollo de los pueblos y al crecimiento de todos los colombianos. El turno es de la educación.