EL QUIETISMO HUILENSE

Por: Jorge Tito Murcia
El quietismo o molinosismo fue un movimiento místico surgido en el siglo XVII en el seno de la Iglesia católica, especialmente en España, Francia e Italia. Fue propuesto por el sacerdote y místico español Miguel de Molinos en su Guía espiritual que desembaraza el alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la paz interior, publicada en 1675.
Enseñaba la pasividad en la vida espiritual y mística, ensalzando las virtudes de la vida contemplativa. Sostenía que el estado de perfección únicamente podía alcanzarse a través de la abolición de la voluntad: es más probable que Dios hable al alma individual cuando ésta se encuentra en un estado de absoluta quietud, sin razonar ni ejercitar cualquiera de sus facultades, siendo su única función aceptar de un modo pasivo lo que Dios esté dispuesto a conceder.
Pareciera que así estamos en el Huila en un Quietismo absurdo, que está esperando seguramente que desde el Cielo, estén dispuestos a conceder y por su intermedio disponer, que el Gobierno Nacional asuma con prontitud y sin más dilaciones, LA SOLUCIÒN DEFINITIVA del pavoroso tema de la RUTA 45, hoy sin solución, sin cesión, sin concesión, sin caducidad.
Pero además, somos un pueblo indolente y pasivo. Indolencia por un lado significa flojera, pereza o haraganería, y por el otro, indica insensibilidad y el no conmoverse ante el dolor propio o de terceros. En este caso, el dolor propio, el que nos corresponde a 1.200.000 mil huilenses, al sur colombiano, a tener al menos una vía en buen estado que permita cesar muertes, heridos, daños y que permita a este adolorido y pasivo pueblo, adentrarte en el mundo de las 4G, de la competitividad, del desarrollo, del turismo, de la infraestructura y del respeto a la vida, honra y bienes de los huilenses.
Aunado a este quietismo, estamos en un estado de indolencia y pasividad absoluta. Es bueno recordar que la indolencia, surge en la antigua mitología griega, la divinidad que personificaba la indolencia también interpretaba a la pereza. Su nombre era Ergia y convivía con otras deidades que representaban al sueño, la quietud y el silencio. Se le pintaba como un ser somnoliento, dormía en medio de telarañas y se mostraba contrapuesta al trabajo. Desde un punto de vista psicológico, una persona indolente describe a quien no se afecta o conmueve ante el dolor. La indolencia social incluye ser indiferente ante el sufrimiento de una o más personas o de una comunidad. Eso es realmente lo que nos ocurre hoy en nuestro amado Huila.
Y si para rematar permitimos que la indolencia social se apodere de nosotros, producto de un fatalismo provocado por la desesperanza y por no poder cambiar el trágico entorno donde habitamos, ni poder ‘salir de abajo’ aunque hagamos esfuerzos notables en el trabajo. La obligada resignación y una aceptación forzada de la ruinosa realidad, produciría en algunos la indolencia y una actitud de poca o ninguna solidaridad. El indolente es una persona egoísta por naturaleza, generalmente inescrupulosa, superficial. No reacciona ante calamidades y tragedias, dicen algunos expertos en el tema. Nuestra sociedad no puede seguir enferma de indolencia y pasividad, es hora que todas y todos nos sacúdannos y dejemos de lado el quietismo, la indolencia y la pasividad que nos acompaña y que está dejando al Huila en meros escombros.