El hombre, un ser enigmático
Por: Froilán Casas
Obispo de Neiva
¿Quién entiende al hombre? ¡Qué ser tan contradictorio! Habla del bien y hace el mal, predica una cosa y hace otra. Cuántos aparecen como mesías, como abanderados de la honestidad, de la justicia y cuando llegan al poder son los más crueles tiranos. Al conocer la vida de los grandes líderes, uno se decepciona de su conducta en la familia, en la vida laboral y social. ¡Cuánta incongruencia se encuentra en los profetas de la justicia y de la revolución social! Los grandes caudillos suelen parecerse a los encantadores de serpientes, saben cautivar a las masas. Las masas pobres y famélicas, votan por quienes les ofrecen el oro y el moro. ¡Ah, cuánta sangre ha corrido a lo largo de la historia, causada por los megalómanos y narcisos e ídolos de ideologías y causas! ¿Verdad?, ¡qué tristeza! Y la humanidad no aprende. Cuando usted convierte a un hombre en dios, mañana será el más cruel verdugo. ¡Cuidado con el culto a la personalidad! El hombre cuando se cree dios, es el demonio más monstruoso de la jungla humana. El hombre es grande cuando se arrodilla ante Dios, no ante los hombres. A los hombres, respeto; a Dios, adoración. ¡Cuidado con darle culto a un partido, a un líder, incluso a una religión! Culto a Dios, a los hombres delicadeza en el trato. Por favor, cuidado con idolatrar a alguien. ¡Cuánto se sufre con un afecto mal enfocado! El ser humano es más débil que un pétalo de rosa. ¡Oh hombre! ¿De qué te las das?; ¿por quién te crees? Un virus microscópico te tiene postrado. La soberbia humana es el más triste engaño y hay hombres que se creen superhombres. ¡Qué ilusos! Me pregunto y no encuentro respuesta, ¿por qué el hombre es tan cruel con su congénere? Definitivamente el bien tiene lógica, el mal es un absurdo. Yo entiendo el bien, no entiendo el mal. Por eso me duele tanto el mal porque no es parte de mi naturaleza. Me pregunto: ¿será que en la naturaleza humana hay una actitud masoquista y a la par sádica? ¡Cómo es posible que muchos disfruten haciendo el mal! La historia de la humanidad está llena de capítulos cruentos, la maldad del hombre no tiene límites. El ser humano sin Dios es el felino más feroz. ¡Líbrame, Señor, de los hombres sin principios ni ley! Qué soberbio el hombre, no se ha doblegado ni siquiera ante la salvaje enfermedad que agobia a la humanidad: el COVID-19. ¿Por qué hacemos paros y huelgas, -sobre todo quienes ganan salario, gracias a nuestros impuestos, quienes trabajamos de sol a sol- y no hacemos frente común a la enfermedad, al hambre, el desempleo y la miseria que nos está causando esta pandemia?; ¿cuál fue el secreto de la prosperidad europea después de la segunda conflagración mundial? El trabajo productivo. Europa agobiada por el hambre, la mutilación, el desempleo y la miseria no salió a protestar a las calles; sólo conjugaban un verbo: trabajar, trabajar y trabajar. Tiene más lógica que protesten los hambrientos, desempleados, enfermos y desamparados, -¡tan bueno hacer paros cuando tenemos el sueldo asegurado!-.
+ Froilán, obispo de Neiva