viernes, 18 de julio de 2025
Opinión/ Creado el: 2017-11-19 01:47

Dios reparte sus dones y pide cuenta de lo confiado

Escrito por: Padre Manuel Antonio Parra
 | noviembre 19 de 2017

padremanuelantonio@hotmail.com

Hoy, la Palabra De Dios nos estimula, en este domingo 33 del tiempo ordinario, a la productividad. El libro de los Proverbios que antes había hecho el retrato del perezoso, para condenar la pereza, describe ahora a la mujer activa “fuerte, como una encarnación de la sabiduría.

La mujer virtuosa se hace por las virtudes domésticas y no “por la hermosura que es apariencia, ni por la belleza que es ilusión” (Prov. 31, 30-31).

Las categorías familiares de la sociedad de hoy presentan a la mujer desnuda y como propaganda de ventas. Cada artículo del comercio va acompañado de los atractivos físicos de quien fue creada como compañera del hombre y “cuyo valor es superior a las perlas” (Prov. 31, 10).

El día del Señor llegará como un ladrón y los ladrones nunca avisan su llegada, por eso San Pablo les dice hoy a los Tesalonicenses que es inútil intentar el precisar su venida; de ahí la importancia de estar en vela, ya que “somos hijos de la luz y no de la noche, ni de las tinieblas” (Tes. 5, 1-6).

La consecuencia lógica, entonces, es la vigilancia, tema muy repetido en las enseñanzas de Jesús y la actividad fecunda, alabada en la primera lectura y en el Evangelio de hoy.

El Señor que se va para volver, tema frecuente en las parábolas de la Parusía. Subraya Mateo que el Señor regresó después de un largo tiempo, con lo que sale al paso de la errónea creencia de una inminente parusía. Entre la ida y la vuelta está “nuestro tiempo”, el tiempo de la Iglesia, que debe estar caracterizado por la actividad vigilante, asumiendo cada uno su propia responsabilidad.

Dios, entonces, da según las aptitudes y pide cuentas de lo que Él ha confiado.

El Señor que se va, unos servidores que se quedan, unos talentos confiados, un tiempo de espera y una retribución; con estos datos esenciales de la parábola quedan marcadas las etapas cumbres de las relaciones entre Dios y los hombres; así la idea central es la obligación de dar a nuestra vida el máximo rendimiento.

La parábola de las diez doncellas, del domingo anterior, nos ponía en guardia para no ser sorprendidos a la hora inesperada. Hoy, la parábola de los talentos nos enfrenta con la absoluta necesidad de hacer fructificar todo lo recibido de Dios. A diversa categoría de aptitudes, Dios da distintos dones, pero con la misma exigencia de trabajar, por eso el siervo perezoso es castigado por no devolver ninguna ganancia.

Las preguntas de hoy para cada uno es: Conocemos lo que Dios nos ha dado? Estamos rindiendo según los dones recibidos?

Ojalá no se repita en nosotros las palabras duras del que tenía miedo de lo recibido y lo entregó sin ganancias.

La fidelidad en lo poco, nos hace acreedores a todos del premio eterno de la gloria.

La parábola de las diez doncellas, del domingo anterior, nos ponía en guardia para no ser sorprendidos a la hora inesperada. Hoy, la parábola de los talentos nos enfrenta con la absoluta necesidad de hacer fructificar todo lo recibido de Dios. A diversa categoría de aptitudes, Dios da distintos dones, pero con la misma exigencia de trabajar, por eso el siervo perezoso es castigado por no devolver ninguna ganancia.

Las preguntas de hoy para cada uno es: Conocemos lo que Dios nos ha dado? Estamos rindiendo según los dones recibidos?