Cultura virtual y cuatrotablas
Por Amadeo González Triviño
La cultura virtual surgió de un momento a otro. La necesidad de darnos a conocer, de abordar con la seriedad y la profundidad en el reconocimiento de las comunicaciones, se nos metió de lleno, se constituyó en algo necesario y vital incluso contra nuestra voluntad, cuando teníamos otro concepto y otros usos para dichos medios.
Fue el confinamiento, el encierro, la cuarentena prolongada de muchos meses, lo que hizo transformar ese concepto que antes se direccionaba hacia un medio o un distractor, como parte de esa lúdica que cercena la capacidad creadora o quizá como elemento de sociabilidad de amigos y de poder trascender las fronteras y reconocer en los otros, su amistad, su fidelidad y su vitalidad, pero que en su gran mayoría era tergiversada con otros propósitos.
Cuando la epidemia comenzó a hacerse cada día más profunda, cuando la sociedad requirió volver a su esencia de la comunicación, ese conjunto de redes sociales que antes se tenían, que muchos habían sentido esquivo o que se tenía para otros menesteres ajenos a la educación, a la cultura y a la satisfacción de la espiritualidad del ser humano, se volvió en el motor, en el punto de encuentro, y todo lo que tiene que ver con la presencia virtual se constituyó en una necesidad y se impuso día a día como cultura para el nuevo milenio, se tornó en un elemento esencial de acercamiento y de reconocimiento de afinidades.
Así las cosas, por parte de algunos gestores culturales, por unas pocas entidades estales y por muchas organizaciones no gubernamentales, fue creciendo la audiencia, se fue tornando en un detonante de modernidad y de actualidad y de difusión y de reconocimiento de otro y de otros.
Al buscar contactar a alguna escritora para dar a conocer su obra, ella se mostró inconforme por la popularización de informativos culturales y por la difusión que se hacía sobre todo de poetas y de actividades culturales y me hizo saber que no se contaminaba de esa manera y que no participaba en esa feria de las vanidades. Pero la situación siguió y las medidas restrictivas se agudizaron y hoy en día, todos los eventos que estamos propiciando alcanzan interesantes índices de sintonía y de audiencia que antes no habíamos considerado.
Quienes hace muchos años programamos actividades, visitamos ciudades, universidades y centros culturales, muchas veces nos quejamos por la presencia física de quince o veinte personas en actos que congregan a personalidades del arte o la literatura. Hoy con la tecnología y los programas virtuales, todo ha sido diferente, se tiene la opción de que el espacio, así sea temporalmente, pueda ser visitado en el mismo momento de emisión y posteriormente sea replicado por mil o más de mil personas que recurren a las grabaciones o a las repeticiones de los mismos, para ponerse a tono con la actividad cultural que se realiza.
De esta forma, la cultura como fenómeno que recurre a los espacios virtuales, ha ganado un gran espacio, ha sido reconocido como un elemento dinámico en la construcción de otra forma de participar de eventos y de actividades que enriquezcan el alma, que alimenten el espíritu y que decanten nuestros valores y nuestras querencias hacia la búsqueda de formas o caminos que nos conduzcan a la felicidad o a los momentos efímeros de alegrías que ellos nos proporcionan.
Como dice el otro, me está faltando la respiración, y debo volver a cámaras, porque la audiencia y mis seguidores me esperan. Por eso los convoco para que asistan en forma virtual al IX ENCUENTRO INTERNACIONAL DE ESCRITORES CUATROTABLAS 2020 que realizaremos desde Garzón Huila, entre el 4 y el 9 de noviembre, con más de cincuenta escritores, músicos y artistas representativos de la palabra y de las artes que han aceptado y se sienten complacidos de darnos motivos para creer que la cultura es la mejor herramienta para hacer sociedad y generar los cambios en la construcción del ser humano del nuevo milenio.