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Opinión/ Creado el: 2020-11-28 12:19

25   de noviembre

Escrito por: Redacción Diario del Huila | noviembre 28 de 2020

Por: María Del Carmen Jiménez

 Según Naciones Unidas la violencia contra las mujeres es el crimen encubierto más numeroso del mundo.  Pese a los avances constitucionales, legales, producto de los acuerdos y pactos internacionales, que estipulan la no violencia, la no discriminación hacia las mujeres, existe una convivencia de prácticas y discursos hegemónicos legitimadores de estas en nuestras sociedades y la Institucionalidad del Estado, que contribuyen a hacer inefectiva dicha normatividad.

La violencia de género no es historia reciente, sencilla, ni breve, es un entramado de lógicas de poder históricos que han venido subordinando por siglos a la mitad de la población del mundo y afecta a mujeres de todas las culturas, niveles económicos, formación y edades.

En esta violencia emergen tres lógicas: el patriarcado, el colonialismo, y el capitalismo que han impuesto el androcentrismo como la medida de todas las cosas, la división sexual del trabajo y control sistemático de la producción bajo el dominio masculino. La construcción social de matrices para ordenar jerárquicamente el mundo en relaciones de superioridad y subordinación, lo cual genera inequidades e injusticias.

 Contra estas lógicas se han rebelado muchas mujeres y hombres en varios lugares del mundo. La respuesta generalmente ha sido la represión y la muerte. Esa suerte corrieron el 25 de noviembre de 1960 las hermanas:  Patria, Minerva y María Teresa Mirabal en República Dominicana.  Por orden del dictador Rafael Leonidas Trujillo fueron asesinadas por exigir que el Estado amparara sus derechos y los de su pueblo.

   En honor a estas mujeres cada 25 de noviembre se conmemora el “Dia Internacional de la  Eliminación de la Violencia contra la Mujer”. Esto fue establecido en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe realizado en Bogotá en 1981.   Aprobado posteriormente por la Asamblea General de Naciones Unidas.

  Cada año por esta fecha escuchamos sendos discursos de la institucionalidad sobre los efectos devastadores que la violencia tiene en las mujeres pero olvidan   que la mejor forma de contrarrestar la violencia de género es prevenirla tratando sus orígenes y causas estructurales. La prevención debe empezar en las primeras etapas de la vida mediante la educación de los niños, niñas   y los jóvenes que promueva las relaciones de respeto y la igualdad de género. Implica no solo respaldar sino promover la igualdad, el empoderamiento de las mujeres y el disfrute de sus derechos humanos. Igualmente significa lograr que el hogar y los espacios públicos   sean más seguros para las niñas y mujeres, procurar la autonomía económica y la seguridad de las mujeres, aumentar su participación y poder de decisión en el hogar y demás escenarios de la vida, cuestionar la desigualdad y normas sociales arraigadas que perpetúan y naturalizan el control machista.

 La concienciación y la movilización comunitaria, inclusive   a través de los medios de comunicación y medios sociales, es otro componente clave de una estrategia de prevención efectiva

 Queda mucho por hacer y no hay tiempo que perder.  No habrá democracia mientras exista discriminación y violencias de género.