¿Libertad de expresión, noticias falsas o post verdad?
Por Armando Saavedra Perdomo
Colombia está pendiente de dos eventos de trascendental importancia, las elecciones de los Estados Unidos, que definen si el republicano Trump o el demócrata Biden será quien dirija los destinos de la nación más poderosa de mundo, y de otro lado la aprobación de la ley mordaza en Nicaragua, hecho que pone de nuevo sobre el tapete la discusión acerca de la libertad de expresión y el derecho a informar y ser informado que tenemos los colombianos.
¿Cuál es el elemento común en estos dos temas? Pues desde mi punto de vista, radica en la forma en cómo se están ganando las elecciones en el mundo. Basta recordar la férrea disputa de hace cuatro años entre Donald Trump y Hilary Clinton, en la cual salió victorioso Trump, quien a ojo de los mejores analistas opinaron que esa victoria se debió al uso indiscriminado de las redes sociales, a través de las cuales se manipuló a base de mentiras al electorado; de acuerdo con la Web Politifac el 70% de las declaraciones electorales de Trump eran “bastante falsas, falsas o grandes mentiras”
De igual manera sucedió en Colombia en 2016 con el plebiscito por la PAZ, o en Inglaterra con el referendo para definir la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea o las elecciones presidenciales en Brasil, 2018 que dieron como ganador a Jair Bolsonaro.
Que desde los inicios del hombre la comunicación es vital para la cohesión de un grupo social, pues es a través de esta, como construyen sus vínculos, sueños y expectativas no esta en discusión, de igual manera no lo esta el hecho que desde el mismo momento, han existido las noticias engañosas, las mentiras y la manipulación, pero a partir de la emergencia de Internet y de nuevas tecnologías de comunicación e información, las noticias falsas o fake news han proliferado a lo largo y ancho del planeta provocando un peligroso círculo de desinformación, pues permiten que los usuarios sean productores y consumidores de contenidos a la vez, y han facilitado la difusión de contenido engañoso o fabricado.
Así se genera un circuito vicioso, y una noticia falsa se replica miles de veces en cuestión de segundos, basta recordar al actor porno a quien las redes encumbraron como un renombrado científico, o al hombre al que la comunidad ataco por que en las redes decían que había violado a una joven, o el concepto del castrochavismo que aun no se termina de definir, o el miedo a los inmigrantes en el reino unido, en fin miles de casos, de abuso de estas tecnologías.
En 2016, el diccionario de Oxford lo denomino la POST-VERDAD, que hace referencia a las situaciones o circunstancias en las que la objetividad de los hechos es menos importante a la hora de modelar la opinión pública que apelar a la emoción o a las creencias personales.
Hugo Pardo Kulinski afirma en su ensayo “La microfísica de la post-verdad” que la política sabe desde siempre que entre la emoción y la racionalidad predomina la emoción y que la manipulación, las medias verdades o directamente las mentiras estratégicas hacen su juego para construir una base electoral o, peor aún, consolidar una idea política, lo que pone en peligro la libertad de expresión, y al periodismo serio, por lo cual creo debemos empezar a poner más atención a lo que nos llega vía redes sociales, pues una sociedad fuerte, solo se podrá construir con base en la verdad.
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