¡Hay Minga!
POR HAROLD SALAMANCA
Por estos días “Minga” es una de las palabras más escuchadas en medios escritos y hablados, y para entender el contexto noticioso que hoy ocupa las primeras páginas en nuestro agitado país, es importante saber que la palabra minga viene del quechua (mik’a), que significa trabajo colectivo hecho en favor de la comunidad. De igual forma, es una tradición precolombina de trabajo comunitario o colectivo voluntario con fines de utilidad social o de carácter recíproco. De acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica, la Minga tiene como lema "Caminar la Palabra", lo que para los indígenas significa llegar a acuerdos a través del diálogo y a través de la palabra, reconocer al otro y su verdad, dándole así gran valor a la palabra que no requiere de documentos.
Ahora bien, la Minga que nos ocupa comenzó a movilizarse desde Cali, con destino a la ciudad de Bogotá, donde según información del propio Gobierno, se espera la llegada de aproximadamente 10.000 representantes de estas comunidades. De igual forma, se tiene certeza de que la movilización indígena se sumará a las manifestaciones del paro cívico nacional que está programado para el próximo 21 de octubre.
Según los dirigentes de la Minga, los principales objetivos de esta son: el respeto a la vida, el reconocimiento de las poblaciones indígenas, que se le dé la espalda al ‘fracking’, que se establezcan diálogos con el Eln y se respeten los acuerdos de La Habana, que se promueva una reforma agraria integral y que haya garantías para la protesta social. Sumado a lo anterior, no hay que perder de vista que, bajo la óptica del ordenamiento jurídico colombiano, las comunidades indígenas cuentan con un especial reconocimiento y protección, tal como ocurre con la Constitución Política y el Convenio 169 de la OIT.
Más allá de la discusión sobre el alto contenido político que se le quiere endilgar a la Minga, me gustaría retomar lo dicho al inicio, en el sentido de que con esta marcha no sólo se está caminando la palabra, sino que además, caminan las inconformidades y reclamos de pueblos que desde antaño, han tenido que enfrentarse a la indiferencia e indolencia de gobiernos, todo con la finalidad de reclamar soluciones efectivas a problemas que en últimas nos terminan afectando a todos los colombianos, todo, mientras permanecemos en nuestras casas impávidos, cómodos e indiferentes ante la realidad del país.