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Enfoque/ Creado el: 2020-02-27 03:08

Polvo eres y en polvo te convertirás

Con la imposición de la ceniza de la Santa Cruz se da por iniciada las diferentes celebraciones litúrgicas con motivo de la Semana Mayor. Así fue el día de esta ceremonia católica vivida en la ciudad de Neiva.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | febrero 27 de 2020

Por: Liz Farfán

Con una fuerte lluvia recibió la capital del Huila, el Miércoles de Ceniza; celebración de los

Con la imposición de la ceniza de la Santa Cruz se da por iniciada las diferentes celebraciones litúrgicas con motivo de la Semana Mayor. Así fue el día de esta ceremonia católica vivida en la ciudad de Neiva.

 

seguidores de la Iglesia Católica alrededor del mundo. Tras la fresca y húmeda mañana, los feligreses madrugaron sin importar el clima para asistir a su centro religioso más cercano con el fin de recibir la imposición de la santa ceniza para conmemorar que a partir de esta fecha, se cuentan cuarenta días para inicio de la Semana Mayor, días que evocan la resurrección de Jesús, el salvador que entregó su vida por la de sus devotos tras su crucifixión.

El hecho reunió a tantas personas, que la imponente Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Neiva, el centro religioso abrió sus puertas como todos los días, con la gran diferencia, de que recibió en demasía a todos sus feligreses. Todos fueron llegando desde muy temprano para asegurar su puesto y porque los más fieles no querían dejar de recibir el signo que inaugura el tiempo de pascua.

Atentos, todos escucharon al seminarista que detrás del atril y en medio de la estructura gótica del recinto, les dio la bienvenida mientras entonaba a manera de evangelio lo que debe representar para los católicos esta práctica; vehemente, invitó a participar con conciencia y alegría a todos los fieles a este capítulo, que reitera, el encuentro con el Señor.

Enseguida y en medio del silencio, todos se disponen a reconocer sus pecados y a pedir perdón por ellos y como en un recital, todos entonaron sin prisa, pero sin pausa, el acto penitencial. De este modo, el seminarista concluye pidiendo al Señor, que los libre de todo mal y que por medio de la Santa Pasión de Jesús, a la que se acogerán por penitencia, puedan participar alegres de la resurrección del Todopoderoso.

Entre tanto, todos se suman al canto “ten piedad, Señor ten piedad, soy pecador, ten piedad” para recordar que Dios es perdón y misericordia, y que precisamente tras este tiempo de gracia que se llama Cuaresma, podrán sumarse confiados a la renovación de su corazón, porque su dios en el reino de los cielos, los perdonará porque los ama.

Todo un ritual

Mientras unos se sentaban, otros, arrodillados miraban al altísimo con ojos de piedad; el resto, hacía fila detrás del confesionario, donde se supone, van a pedir perdón de una manera más consciente al cura que se hace dentro del recinto. Pues al ser creyentes, después de realizar esta práctica, todo indica que ya quedan libres de toda culpa que aqueje su corazón, sobre todo ahora que inició el tiempo de reconciliación con Dios.

Todo indicaba que el día se había hecho para pedir perdón, pues al salmo todos respondieron: “Perdón Señor porque hemos pecado”. La mayoría de los asistentes, acudieron precisamente con este fin, pues para ellos es de vital importancia seguir los designios de Dios y continuar caminando en presencia de él.  

Conmemoración y sermón

En cuanto el seminarista continuaba replicando la palabra, enfatizaba que las personas que fuesen a practicar el ayuno, deberían hacerlo como un acto de fe y no como hipocresía, pues nada lograrían de esta manera, debido a que el hecho de alardear con esta clase de costumbres, solo hacía del mismo hecho una farsa. Decía, además, que antes que nada, deberían sentirse orgullosos de ser partícipes de este hito, pues al hacerlo, ya tendrían asegurada su recompensa celestial.

Y al compás de una breve reflexión, invitaba a una conversión y sobre todo, a dejar de lado las apariencias para preocuparse por lo realmente importante: el cuidado de la vida interior. Manifiesto que dispuso a los asistentes a prestar más atención, porque incitaba a embellecer el interior, a resplandecer desde adentro, desde lo espiritual, porque ahora mismo la sociedad solo se preocupa por el físico y por otra parte, a fingir muchas veces una vida que tal vez no llevan en sus redes sociales. Conductas que asegura, existe una perturbación interna que no los deja vivir tranquilamente y en paz.

Por esta razón, asegura que muchas personas siendo aún seguidores de la religión católica, no son capaces de asistir a una iglesia a que les impongan la ceniza porque les avergüenza el hecho de que los vean con este signo que representa arrepentimiento y compromiso. Por eso, los invita para que repitan junto a él una oración para que los llene de amor, esperanza, fortaleza y espíritu, y también, para que dispongan su corazón para este camino pascual, rogando al Señor que escuche sus suplicas y que los santifique.

La ceniza

Ya culminado todo su proceso de oración, el seminarista les pide a los feligreses que ordenadamente se organicen en cinco filas para que puedan imponerles la santa ceniza, no sin antes advertirles que al momento de su imposición, deberán responder fuerte y claro a la oración: conviértete y cree en el evangelio, con la palabra amén.

De este modo, nadie quedó sentado en las bancas de la iglesia, pues ya estaban encaminados en las filas esperando a que entre el cura, los catequistas y demás seminaristas, pusieran el signo de la cruz que se obtiene de las cenizas que genera la incineración de los ramos bendecidos del Domingo de Ramos del año inmediatamente anterior.

Así pues, se da por finalizada la liturgia y todos aquellos que ingresaron, salieron con una cruz de ceniza en su frente que les recordará por el resto del día o quizá, por el periodo de cuaresma, el camino hacia la conversión como signo de penitencia y además, que así como llegaron al mundo, morirán y en polvo se convertirán.