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Enfoque/ Creado el: 2018-08-19 01:27 - Última actualización: 2018-08-19 01:28

La Casa en el Aire

El Consorcio Pital 2009, que se presentó a la licitación pública para construir la Casa de la Cultura Bárbara del Campo y Salazar del municipio de El Pital - Huila, es un ejemplo de incumplimiento a lo concebido en la maqueta.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | agosto 19 de 2018

Por Marcos Fabián Herrera

El talento de un ingeniero civil o arquitecto siempre se ha medido por la capacidad que tiene para materializar en sus obras las proyecciones hechas en las maquetas. Al igual que en los bocetos de los escultores, en estas proyecciones en pequeña escala, se aprecian de forma detallada la filigrana y los acabados, el manejo de los espacios y los volúmenes, aspectos que  en palabras del extinto y memorable Rogelio Salmona, configuran la impronta estética del constructor y convierten a las gélidas obras civiles en cálidos espacios de encuentro y de arte urbano.


La obra inició el 30 de junio del 2009, y finalizó el 15 de marzo de 2010.

La actual administración del municipio ha invertido más 60 millones de pesos en refacciones.

De acuerdo a estos principios básicos de la ingeniería civil, la fidelidad de la obra al diseño aprobado, y la plena consonancia de la edificación concluida con las características acordadas en el objeto contractual, no solo son prueba del rigor y sindéresis del ingeniero constructor. También, es una de las exigencias normativas elementales y una manifestación inequívoca de la seriedad de la firma escogida.

El Consorcio Pital 2009, que se presentó a la licitación pública para construir la Casa de la Cultura Bárbara del Campo y Salazar del municipio de El Pital - Huila, es un ejemplo de incumplimiento a lo concebido en la maqueta. La obra que inició el 30 de junio del 2009, y que finalizó el 15 de marzo de 2010, fue inaugurada por Paula Marcela Moreno, quien en aquel momento fungía de ministra de cultura. Con un costo total de 431, 768, 831 millones, y cofinanciada por la gobernación del Huila, la alcaldía municipal de El Pital y el ministerio de cultura, esta construcción reemplazó la vieja casona de tapia pisada y techo de teja, que fue sede por varias décadas de la biblioteca municipal, la estudiantina de cuerdas, la banda de vientos y los grupos de danza y teatro. Un añosa y acogedora vivienda, que se conservaba a pesar del implacable paso de los años.

La valoración técnica independiente que consulté, afirma que el empleo de materiales sucedáneos y baratos, la imperfección de los acabados y la desidia evidenciada en desagües maltrechos, pisos desnivelados y un ascensor inacabado, supone un irrespeto en un porcentaje del 40% a los términos contemplados en la minuta de obra. La actual administración del municipio ha invertido más 60 millones de pesos en refacciones a los abundantes problemas de goteras, paredes averiadas, humedades y pisos prematuramente desvencijados. Al buscar una copia de los informes periódicos que debió entregar el arquitecto interventor Miguel Antonio Cubides Rojas, encontré, junto al diligente funcionario que me acompañó en la revisión documental, que dichos documentos han desaparecido del archivo de la oficina de planeación. No existe ninguna acta de los comités de obra a los que debió asistir el secretario de planeación municipal, el interventor Cubides Rojas, y el ingeniero contratista Carlos Manrique Saavedra.

El eje lúdico del municipio de Campoalegre que costó 1.699 millones, es hoy un verdadero esperpento que se convierte en piscina en los días de lluvia, y se erige en un monumento más al despilfarro y la corrupción. Esta obra también fue construida por Carlos Manrique Saavedra,  hecho que le generó una imputación fiscal y que es objeto de investigación por parte de los órganos de control. A juzgar por este par de casos, la inconclusión de las obras y el desconocimiento de las maquetas, hacen parte del singular estilo del ingeniero huilense.

 


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