La cárcel de Neiva se muere de sed, una radiografía de la crisis que afronta el penal
Desde hace un año se presentó un daño en uno de los pozos desde donde se abastecían del vital líquido, la motobomba se averió. Sin embargo, hasta el momento no existe una solución a la vista, a pesar de que la entidad responsable ya destino la partida para realizar la obra. La personería asegura que los internos de este establecimiento están consumiendo agua de regular calidad.

Por: Leo Medina Jiménez
Especial para EL DIARIO DEL HUILA.
Las cárceles del Huila no son de las más hacinadas del país, a la fecha el Instituto Nacional Penitenciario reporta que la sobrepoblación reclusa alcanza la cifra del 63,1 por ciento, no obstante las condiciones tanto de tipo estructural como de saneamiento y otros la hacen invivible.
La capacidad de los cuatro centros de reclusión es de 2.195 reclusos, sin embargo hasta el 30 de septiembre de este año el organismo reportó una población de 3.579 personas privadas de la libertad, entre hombres y mujeres.
Una de las penitenciarías a la que representantes de organismos de Derechos Humanos están solicitando una pronta atención es a la cárcel de Neiva, porque aún está sin ser resuelta la falta de agua potable, de vital necesidad.
Los internos de este centro de reclusión reportan constantes malos olores y sobre todo el brote de tuberculosis, una enfermedad que está golpeando a la población privada de libertad, y hasta los mismos funcionarios del Instituto Nacional Penitenciario (Inpec).
En las últimas horas se reportó el posible contagio de un bachiller auxiliar y de uno de los dragoneantes de la guardia, estas dos personas están siendo sometidas a exámenes, le confirmó una fuente del área de Sanidad del Inpec al DIARIO DEL HUILA desde la cárcel. “Los médicos han dicho que los síntomas, como dificultades para respirar, una tos fuerte con manchas de sangre y hasta pérdida de peso podrían llevar a concluir que han sido contagiados”, explicó la fuente que representa a uno de los sindicatos de la institución. En total se confirman 15 personas afectadas de las que cinco están en la denominada fase uno –es decir aislados– y a los otros 10 les están suministrando medicamentos.
De los cuidados que se deberían tener para frenar la transmisión de esta enfermedad es que las personas afectadas estén totalmente aisladas, porque las bacterias se propagan por el aire, y es necesario que estén en un lugar con suficiente ventilación –que no existe–lo que, además, es imposible en un establecimiento en donde se reporta un sobrecupo de 846 presos, de un total de 1.633 hombres y 163 mujeres.
Sobre todo, un agravante de la situación, es que estos funcionarios, confirmó la fuente, continúan ejerciendo sus ocupaciones colocando en riesgo al resto de la población en el lugar.
Como si fuera poco está la falta de limpieza por no haber agua potable disponible todo el tiempo, necesaria para higienizar los baños y las celdas.
Esta falta de agua se evidenció desde noviembre del año pasado, cuando se dio a conocer la emergencia de la que a la fecha la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios (Uspec), entidad responsable del bienestar de la población privada de la libertad en los establecimientos de reclusión del país, no le ha dado solución, pese a órdenes judiciales que exigen el pronto cumplimiento.
La cárcel de Neiva se quedó sin agua porque colapsó uno de los dos pozos desde donde se sustraía el valioso líquido, es decir que la Uspec, no ha iniciado al menos una tercera perforación, u otra obra que permita sortear la emergencia, según lo dice un reciente informe de la Personería Municipal de la capital de Huila.
En un documento dirigido a Olga Catalina Ortegón, procuradora Provincial de Neiva, la Personaría le da cuenta de la situación: “Que uno de los dos pozos o aljibes colapsó y su respectiva motobomba está inservible (…) Esta personería mediante oficio del 16 de octubre de 2018 informó al honorable Tribunal Contencioso Administrativo la necesidad de construir un nuevo pozo o comprar una motobomba o realizar otra obra, que puede ser la prolongación de la tubería madre del Acueducto que baja de la ciudad de Rivera y le falta aproximadamente 4 km y medio para llegar al centro penitenciario”, se lee en el escrito que firma Amelia Cristina León Yagüe, personara delegada de Derechos Humanos.
Además, se precisa que esta última de las posibles soluciones, la acometida a la tubería madre del Acueducto llevaría a beneficiar a otras 600 personas que vendrían a ser los propietarios de predios cercanos a la cárcel, con quienes se acordó una financiación de estudios y diseño. Para este importante trabajo “se requiere el concurso del municipio de Rivera, el Inpec, la Uspec, la Gobernación del Huila, Aguas del Huila y la Alcaldía municipal de Neiva”, según la Personería.
A la fecha a los reclusos se le les da la oportunidad de abastecerse del líquido dos horas diarias, tiempo que aprovechan para llenar varios recipientes que cargan hasta sus celdas para el consumo y para los sanitarios.
Esta agua que beben estas personas, según la Secretaría de Salud Departamental, se le viene practicando análisis fisicoquímicos y microbiológicos al menos una vez al mes y un reciente informe da cuenta que existe un “nivel de riesgo medio (…) que la apartan de los valores aceptables”. Es decir, que este líquido no es cien por ciento óptimo para el consumo humano.
Estas limitaciones de un elemento vital, aunado al hacinamiento, llevo a las autoridades a concluir que existen unas condiciones preocupantes en las que están hoy los privados de la libertad en la cárcel de Neiva: “Siendo evidente la transgresión de los Derechos Humanos a tales personas requiriéndose con urgencia actuaciones administrativas y financieras del Inpec y de la Uspec”, precisó la Personería.
Ante esta inaplazable problemática la Uspec se había comprometido a que para el pasado 1° de agosto ya se estaría iniciando la obra, la excavación del tercer pozo, sin embargo a la fecha no se ha colocado la primera piedra.
Así se afronta la crisis
Actualmente, explicó un funcionario del Inpec el agua es transportada en carro tanques desde la población de Rivera y llevada a recipientes plásticos que están ubicados en cada patio, en donde se encuentran recluidos unos 250 reclusos.
La situación no solo está afectando al personal de internos, también al propio personal de funcionarios del Inpec.
Uno de los ejemplos de esta situación se presenta en los puntos de guardia, o también llamados garitas, que están ubicadas en una parte elevada.
“Cuando llegan los relevos, sobre todo de noche, se encuentran en muchas ocasiones con una situación terrible y es que sí el que está de guardia sufre una necesidad fisiológica le toca hacer del cuerpo en el pequeño baño, porque no puede abandonar la vigilancia. Es así, que no hay agua para bajar la cisterna. El que llega tiene que aguantarse los olores hasta el día siguiente, mientras se puede llevar el agua hasta esa parte”, manifestó uno de los guardianes.
Explicó además, que para poder llevar el agua hasta las casetas hay que realizar una travesía: “La garita número siete, que está en uno de los extremos, en una de las esquinas del establecimiento, para poder conseguir agua hay que caminar una distancia aproximada de unas cinco cuadras. Es decir, desde allí hasta el interior. En este caso tendría el funcionario que pedirle el favor a un compañero porque no se puede retirar de esa parte”.
Como si fuera poco los de la guardia no cuentan con agua limpia para bañarse ni aún para cepillarse los dientes, agregó.
“No sabemos hasta cuando se podría sostener esta difícil situación, que está a punto de generar una epidemia, por los malos olores. Pedimos al gobierno que mire hacia esta parte en donde está recluida una población que merece un mejor trato”, precisó la fuente.
Otras necesidades
En este momento la situación apremiante es la falta de agua, sin embargo, los guardianes están solicitando otras obras que consideran importantes para el bienestar de cada uno de ellos, que representaría “un mejor cumplimiento de sus labores”.
“Aquí en la cárcel de Neiva no hay un lugar para la estadía del personal administrativo o de vigilancia que tiene horarios de lunes a viernes al mediodía. Por la distancia del centro de reclusión que está a 15 kilómetros de la capital del Huila. Muchos de los empleados no podemos ir a nuestras casas. Es por eso que se encuentran a esa hora a funcionarios tirados en el piso o acostados en una banca de 12 del día a dos de la tarde”, contó al DIARIO DEL HUILA uno de los uniformados.
Están solicitando se les construya un área común, una sala de espera en donde ellos puedan estar en ese espacio de tiempo.
“Un lugar digno, en donde al menos haya unos muebles y un televisor en donde puedan pasar las horas de almuerzo entre tanto se reinician las actividades. Consideramos que ha habido abandono de la Dirección General, pensamos que ha decaído el establecimiento”, precisó el guardián.
Asegura esta persona que el actual director, Juan Carlos Reyes Ramírez, ha realizado gestiones con diferentes estamentos de la región para mejorar las condiciones del centro de reclusión. “Hace poco se reunió con varios alcaldes para pedirles apoyo, para mejorar algunas cosas, para evitar que esto vaya más lejos. Se logró así meterle mano a unos techos que estaban por venirse abajo, siendo que este tipo de mejoras son de responsabilidad de la Uspec que tiene un alto presupuesto para hacerlo.