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Enfoque/ Creado el: 2020-03-05 02:19

Isabel y su vida en medio de cabras

Después de 12 años recorriendo las calles de la capital del departamento del Huila en compañía de sus cabras, Isabel Torres Luna le sigue demostrando a la comunidad en general que consumir leche de cabra trae grandes beneficios.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | marzo 05 de 2020

Por: Liz Farfán

Entre balidos de cabras, Isabel Torres comenta que lleva alrededor de 12 años vendiendo leche, como acostumbra a llamarlas desde que inició. Recuerda que fue un conocido de su padre quien llegó a regalarle tres de estos animalitos para que empezaran a comercializar el producto. Tiempo después, este mismo señor regresó ofreciéndole nuevamente un par de cabras, pero esta vez con el ánimo de que se las compraran y su padre, con el fin de continuar con el negocio, aceptó. De este modo, Isabel emprendió su camino con el espíritu de vender la leche que producían estos peculiares animales como sustento para su hogar y por ello, adquirió una carreta halada por un caballo para facilitar su trayecto a la hora de realizar esta labor.

Comenta que fueron varios meses realizando esta práctica, hasta que un día decidió vender el caballo, la carreta y también las cabras. No satisfecha, tomó la iniciativa de adquirir los animales nuevamente para continuar de una vez por todas con el negocio y desde entonces, reitera que no ha parado. Fueron alrededor de 30 cabras con las que retomó el negocio y en compañía de su padre, fue separando a las que más leche producían para sacarlas al mercado y a las que no, simplemente las volvieron a vender. De esta manera, fue adquiriendo la habilidad para salir todos los días desde su casa, pero esta vez, caminando y no en una carreta.

Isabel inicia su rutina desde muy temprano en la mañana cuando sale todos los días desde su casa, ubicada en el barrio Panorama, hasta llegar al centro de la ciudad; desde allí, se dispone a recorrer este último sector para situarse finalmente en la esquina del Templo Colonial donde su estancia perdura cerca de una hora diariamente. Entrelazadas las sostiene para que no tomen camino por sí solas, porque de lo contrario, tendría que correr tras ellas y entre risas, comenta que ya ha pasado por esta penosa situación y aunque sea un tanto graciosa, dice que no es del todo amena.

Los beneficios de la leche

Resalta que las personas ya la conocen y la tienen en cuenta, pues es de las pocas mujeres que aún perduran en el tiempo realizando esta noble labor. Y entre la dicha que siente por salir todos los días a trabajar por medio de sus cabras, se nota un poco cansada, aunque esto no es excusa para dejar de hacerlo; pues a ellas les debe su tenacidad y también, la buena salud de la que goza ella y gran parte de su familia, ya que afirma que los beneficios que ofrece la leche de dichos animales son de exaltar. Por este motivo, asegura que desde que inició con esta labor, ha criado a sus tres hijas con esta bebida y jamás, ha tenido la necesidad de llevarlas a un centro médico por algún motivo en especial.

Por otra parte, aclara que tampoco ha tenido la necesidad de consumir alguna vez en la vida leche de vaca, porque primero, siempre ha tenido a la mano a sus cabras para ordeñarlas y segundo, para ella no existe mejor leche que la que producen sus consentidas. De hecho, no es la única que cree en esta teoría, pues la mayoría de sus clientes, que en realidad son muchos y casi todos a la vez, los que llegan a comprarle leche porque según el voz a voz que se ha creado a raíz de sus beneficios, es que esta bebida es de gran alimento y sus nutrientes son mejores que los que ofrece la de la vaca. Además, Isabel le da un valor agregado a su producto lácteo y es el toque que atrae a sus compradores, pues no la comercializa sola, sino que a cada vasito que vende, le agrega Cola Granulada, Miel y un chorrito de vino para potencializar su sabor y otorgarle con ello, +más propiedades de las que ya posee.

El impulso como acto de reciprocidad

El incentivo que obtiene además de irle bien con las ventas, porque prácticamente deja a cada una de sus cabras sin una gota de leche, es que estás son las que la motivan a salir cada día de su casa, pues el día que menos se lo espera cuando se tarda un poco más de lo habitual o en su defecto, cuando no está en disposición de hacerlo, estas son las que literalmente la impulsan a salir o la “arrean” como coloquialmente ella lo llama, tal como si fuera un acto de reciprocidad, pues esto es lo que ella acostumbra a hacer diariamente para que caminen a su paso.

Asegura, también, que las cabras son muy agradecidas con ella, pues su forma de devolverles todo lo que estas hacen por ella y su familia, es tratándolas con mucho cariño, porque al ser cada una un ser vivo diferente, siente la necesidad de consentirlas y expresarles suma gratitud con afecto y también con comida, pues aparte de consumir de la grama o el pasto que tiene en una especie de granja alrededor de su casa, las alimenta con frutas y las cascaras de estas mismas cuando sobran.

En definitiva, Isabel vive por y para sus cabras, tanto así que a cada una la llama por nombre propio. Sus más fieles acompañantes son Martha, La Indina, La Mona, Canela, Lacareta y Sara Yuleidy; esta última la deja en casa porque asegura que posee un espíritu más descarrilado que las demás y es muy posible que las demás lo adquieran si se acostumbran a salir en compañía de ella, sin embargo, a todas las quiere por igual y opta hasta por disfrazarlas o vestirlas de acuerdo a la ocasión y a la época.