Familia, juventud, comunicaciones
Al retirarme de escribir semanalmente en este importante medio de expresión, por motivos de salud, quiero dejar resonando en la memoria de mis benévolos lectores al menos estos tres temas que reclaman la atención de pueblos que quieran salir adelante: Familia, Juventud y Comunicaciones.

Por: Mons. Libardo Ramírez Gómez
Hay palabras que encarnan toda una doctrina o un programa de vida que personas mayores sienten la urgencia de reiterarlas ante sus amigos, al estilo del Apóstol y Evangelista Juan, quien, al final de sus días, solo repetía: “Hijitos míos ámense unos a los otros, porque ese es el mandamiento del Señor”.
He insistido en mis periódicas columnas en la primordial importancia de la familia, con la definitiva influencia en las más diversas naciones y épocas históricas, desde remotas civilizaciones hasta lo enseñado como básico para la humanidad por el Judaísmo y el Cristianismo, consignado en las páginas de la Sagrada Biblia. Desde la creación por Dios presentada en el Génesis, de hombre y mujer, para que, dentro de la identidad de cada uno de los géneros, conformarán un hogar según el orden natural, bendecido luego por Dios como Sacramento, para engendrar hijos según los planes divinos y educarlos al servicio de ellos y de toda la creación (Gen. 1, 26-30). Familias, en las que se respete la ley natural colocada por Dios en el corazón de los humanos, han de comprometerse al servicio de su progenie en ambiente de amor y solidaridad, con respeto a la vida como don del Creador, desde el inicio de su germen en el vientre materno hasta su muerte natural, es irremplazable aporte que la modernidad que quiere imponer algo distinto en las diversas épocas no ha podido ni podrá reemplazar.
En conexión con la familia han de cuidarse, como tesoro de infinito valor, los niños que Dios pone a su cuidado para “educar”, o “sacar adelante”, en sus años iniciales, a los que siguen la juventud, época maravillosa para el crecimiento hacia la madurez humana en la que con se ponga al servicio del ser humano toda la energía, sin aplazar muchos años, en su propia realización y en programas a favor de la comunidad. Que no se diga de personas de más de 30 años que son apenas “irresponsables mozalbetes”. Han de ser jóvenes que han cultivado su propia madurez y se han empeñado en causas grandes al servicio de los pueblos como los héroes y heroínas de nuestra Independencia, y no pocas personas, de ambos sexos, en distintas épocas y profesiones. Bien recordado el Papa S. Juan Pablo II, por las multitudinarias “Jornadas de la Juventud” que inicio en la Iglesia, y que, con sólidos mensajes, han seguido realizando sus Sucesores. Formar a la juventud, creer en ella, no despreciarla con ligereza, ha de ser positiva visión de sólidos gobiernos.
Las Comunicaciones Sociales son tercer punto de mira, tan propio de nuestro tiempo y a las cuales invita a poner toda atención la Iglesia “madre y maestra de los pueblos”, con urgente llamado desde Pio XII (1939-1958), seguido del Concilio Vaticano II y los últimos Papas. Se ha pedido que cumplan positiva labor, con gran responsabilidad y madurez, con apertura a todas las respetables culturas. Mal orientados y convertidos en exaltadores del vicio, del odio, del desenfreno pasional y deletéreos ideales, cuanto mal y camino al suicidio colectivo pueden propiciar; qué importante la responsabilidad y madurez de los comunicadores que con sentido patrio, honestidad y verdad, lleven adelante su delicada labor.
Gratitud a la Doctora María Mercedes Rengifo de Duque, apóstol del periodismo, quien, con su hija María Pía y colaboradores del Diario del Huila, lo están llevando adelante, en continuidad del visionario esfuerzo de los fundadores. Gratitud del Huila y de Colombia, lo mismo de mi parte por haber acogido por años mis modestas colaboraciones.