miércoles, 04 de junio de 2025
Enfoque/ Creado el: 2014-03-17 08:33

En la lupa: Del plan al desarrollo

Al final de 2015 se habrán cumplido siete períodos de Alcalde y ejecutado siete planes de desarrollo por municipio y departamento, (7.842 planes municipales y 224 departamentales), sin embargo, el balance es poco alentador frente al desarrollo logrado.

Escrito por: Redacción Diario del Huila | marzo 17 de 2014

En 2015 concluirán siete períodos de alcaldes, desde la promulgación de la Ley Orgánica del Plan (Ley 152 de 1994), que remplazó el modelo normativo imperante dentro del marco del Estado benefactor y dio surgimiento a un nuevo modelo de planeación, en el cual no existe diferencia temporal entre planificación y gestión, su tendencia fue a establecer una estructura permanente de toma de decisiones, en el contexto dinámico de formulación y reformulación, tanto de objetivos como de medios y por consiguiente de resultados.

 

Mucho ruido y pocas nueces

Una evaluación de los logros alcanzados por los Alcaldes de los 1.123 municipios y los 32 departamentos, a lo largo del territorio nacional en este período, deja resultados pobres, la mayoría no encuentra la senda del desarrollo, entendido como proceso de cambios profundos en lo económico, social, político, ambiental y de participación, que contribuya a elevar la calidad de vida de vastos sectores de población,  hoy marginados del desarrollo. ¿Por qué los logros son pobres? Veamos algunas respuestas.

 

¿Qué sucede en realidad?

Los alcaldes no han entendido su nuevo rol dentro del esquema del Estado Distributivo, concebido como voceros de la comunidad ante las distintas agencias del Estado en nivel seccional y nacional, el cual implica la práctica de la autoridad municipal orientada hacia una gerencia de los asuntos públicos, por el contrario, en muchos aspectos éste se considera un representante local de las instancias seccionales y nacionales y en especial de la agencia partidista a la cual pertenece.

Aunque el Alcalde es elegido por voto popular dentro de un esquema descentralista, resultado de un proceso de reestructuración del Estado, asume su gestión municipal dentro de la lógica y la racionalidad del Estado Intervensionista, centralizado y providencialista, en un momento en que este modelo debe ser sustituido por el de la participación y la autogestión.

Como consecuencia, los alcaldes elegidos popularmente tienden a reproducir en su gestión la lógica y la racionalidad del viejo discurso clientelista, que les impide asumir su papel de gerentes de los asuntos públicos. Así las cosas, los pocos o muchos recursos de que disponen son utilizados con criterios clientelistas y paternalistas, satisfaciendo demandas puntuales en función de criterios electorales inmediatos o bien en relación directa al potencial de conflictos creados por ciertos grupos de poder, generalmente sobre-representados en el escenario político local.

En conclusión, los Alcaldes tienden a verse a sí mismos más como administradores de la cosa pública en su concepción tradicional que como gerentes del desarrollo local.

 

Planificar versus improvisar

Los alcaldes y gobernadores electos se preparan muy bien para ganar las elecciones montando una compleja estructura burocrática, pero no para gobernar, al analizar los programas de gobierno, estos carecen de profundidad y buen diagnóstico, que permita identificar causas, consecuencias, origen y evolución de los problemas, su magnitud, sin indicadores de partida, que permitan medir la realidad observable y por lo tanto desconociendo la realidad local., con planteamientos vagos tales como aumentar cobertura, disminuir pobreza, aumentar el empleo, pero sin ningún ejercicio de priorización y de investigación que permita conocer la magnitud de la problemática y la disponibilidad de recursos para alcanzar la solución total o parcial del mismo. En esta situación la improvisación se impone a la planificación.

 

En este orden de ideas, los planes de desarrollo se reducen a la materialización de las promesas hechas por el Alcalde electo en su programa de gobierno y su campaña electoral, que carecen de prospectiva  e integralidad,  que reducen el desarrollo a la satisfacción de necesidades básicas de algunos sectores de la población y no a un proceso que conlleve profundas trasformaciones en lo social, cultural, económico, político, ambiental y de participación.

A lo anterior se agregan serias deficiencias en el control político que ejercen los concejos y asambleas, en donde la aprobación del Plan obedece más a la coyuntura política existente que a la coherencia del Plan con otros planes de largo y corto plazo. En muchos casos la carencia de indicadores de estatus hace que las metas sean difíciles de cuantificar, haciendo imposible el monitoreo permanentemente que permita medir el avance y aplicar los correctivos de manera oportuna, imposibilitando en todo momento medición de la eficiencia y la eficacia para alcanzar las metas propuestas en el plan de desarrollo.

Otro aspecto es la falta de coherencia del Plan de Desarrollo con la Planeación de largo plazo materializada en el Plan de Ordenamiento Territorial POT, con vigencia de tres períodos de Alcalde, en el cual gobierno, academia, gremios y ciudadanos se ponen de acuerdo sobre el futuro municipio que quieren construir. De manera el Plan debe estar articulado a la planeación de largo plazo con el POT y a la planeación de corto plazo con el plan operativo anual de inversiones del presupuesto municipal.

 

Cuotas burocráticas, reproducción del sistema clientelista

Preocupa el poco interés de los Alcaldes para fortalecer la capacidad administrativa de sus municipios, en donde a pesar de la ampliación de la carrera administrativa a los entes territoriales, sigue imperando la lógica del Estado clientelista en la cual la estructura organizacional y las políticas administrativas se orientan a abrir los espacios a la contratación de nóminas paralelas, disfrazadas de inversión, mediante las cuales se retribuye a la clientela política a fin de mantener la estructura electorera propia del Estado Intervensionista. En muchos casos se confía más en estas personas sin experiencia y conocimientos dejando de lado funcionarios de gran experiencia y conocimientos con el argumento de no ser confiables por pertenecer a movimientos partidistas diferentes al del burgomaestre.

 

Inversión para retribuir a quienes financian la elección

Finalmente, los recursos de inversión se orientan al mantenimiento de la estructura electorera, retribuyendo con contratos de obra y asesoría a aquellos profesionales que contribuyeron  con la prestación de servicios y con recursos financieros en la campaña en electoral que resultó vencedora.

Por los resultados vistos hasta ahora dentro del proceso de descentralización y autonomía administrativa, financiera, política y de participación, la pauperización cada vez mayor de grandes sectores de población, podemos concluir que en este cuento del Plan de Desarrollo, no todos han sido felices, ni todos han comido perdices.

 

Recibimos sus comentarios en: lalupa04@gmail.com

 

 Por: Fundación La Lupa*

*Marino de Jesús Montoya Ramírez

Jairo Octavio Poveda Perdomo

José Israel Charry Calderón

Jorge Gil Aldana Pérez

Docentes ESAP