El Obispo de Neiva pide no votar “por los extremos”
Habla de la pena de muerte a los corruptos y define a los huilenses

Por Edgar Artunduaga
Se llama Froilán, nombre que admite un poco arcaico pero que lleva con alegría y cierto gracejo, según admite. Así lo hizo bautizar su padre (personero, alcalde, comerciante, dueño de graneros y billares), copiando el nombre del registrador de Chiquinquirá, aunque toda su familia es de otro pueblo boyacense, Saboyá.
Usted es un cura gozón, digo en voz alta.
Tal vez estoy muy contento con Dios, responde. Contento con lo que soy. Yo siempre disfruto todo lo que me da el Señor. También a veces me pongo triste, con el manejo de la Diócesis, cuando un sacerdote no es fiel y entregado me duele, eso me causa tristeza y me desanimo, pero cojo impulso y sigo adelante.
El obispo de Neiva es quizá la figura más mediática del Huila. Escribe en los dos periódicos locales, aparece casi todos los días en las páginas sociales, concurre a cocteles, lanzamientos, inauguraciones y no rehuye a los periodistas, con quienes se tutea.
Monseñor Casas tampoco esquiva temas y torea las preguntas que le pongan sobre la mesa. Cuando considera necesario, saca el capote de pastor para explicar (o no hacerlo), por ejemplo, que le haya celebrado misa al exalcalde Pedro Suárez cuando le dieron casa por cárcel, sin haber sido absuelto por hechos de corrupción.
Sobre los corruptos dice que Dios es muy bueno, pero él desearía matarlos, fusilarlos, porque recinciden, no se curan. Sin embargo, reflexiona que en el país somos muy pasionales y habría muchos excesos e injusticias. Me pareció entender (lean y me dicen) que no le gustan Uribe (Iván Duque) ni Gustavo Petro, que prefiere a alguien del centro, no democrático, sino del espectro político.
Los extremos de derecha e izquierda
Tengo mucho miedo (dice Monseñor Casas) de que este país se vuelva Venezuela porque la gente se aburre con líderes que siempre dicen mentiras y aparece alguien que habla y que habla y uno no sabe qué va a hacer mañana.
Me dan miedo los extremos, ya sean de derecha o de izquierda, las dictaduras de partido me producen terror, como en Cuba. La democracia es donde haya disenso y una oposición constructiva, donde podamos hablar. Y con todas las deficiencias del gobierno que hay, todavía podemos hablar y no nos matan por opinar.
¿Cómo es eso de que el país va a convertirse en otra Venezuela?
Porque la gente puede optar por el populista que aparezca. Yo le tengo miedo a aquellos que hablan tanto de atacar el poder porque cuando llegan son tiranos. Hitler era un voceador de prensa en Viena y fue frustrado porque no pudo entrar a la universidad y no hay peor verdugo que aquel que ha sido esclavo.
Le tengo miedo al que vive criticando al de arriba y no aporta nada, todo ese malestar que hay a veces en las personas más pobres porque llegan al poder y son tiranos peores que cualquiera, no es sino ver cómo conduce un vehículo. Es miedo al que no ha crecido tranquilamente, que no ha madurado académicamente, socialmente, los cambios de la gente que de la noche a la mañana sube al poder que utiliza para oprimir y explotar.
En la actual coyuntura política hay dos extremos, el del uribismo y el de Petro ¿Usted está pensando que es mejor una fórmula Fajardo - De la Calle?
No, yo no podría opinar al respecto. Como pastor de la iglesia debo tener mucho cuidado, pero invito a que sean críticos, que no se dejen llevar por lemas, eslogan, gritos. Hay que mirar los antecedentes del que está hablando, su vida y su pasado porque ese es un termómetro de su vida, pero aquí no se vota con madurez política y muchas veces los líderes políticos no educan, sino que atacan al otro.
Yo le tengo miedo “a los mesías” porque cuando llegan al poder son terribles. Quisiera gente sosegada y tranquila, pero a veces uno no la encuentra; quisiera que el pueblo sea sensato y que no vayamos a caer en ningún extremo de ninguna índole y quien llegue al poder lo haga con actitud de servicio, que lo que se ha avanzado en la paz sea respetado. Ya hubo unos acuerdos, critíquenlos todo lo que quieran, pero no podemos acabarlos.
Usted me ha dado todas las indicaciones para decir que es "Fajardista"…o admirador de Humberto de la Calle…
Yo debo tener mucho cuidado porque soy el Obispo y en la iglesia caben todos, pero el cristiano católico debe tener también cuidado porque no deben votar por un líder que masacre las creencias. Yo votaría incluso por un ateo en la medida que sea respetuoso de la cultura, no soy de los que ataca a alguien porque es de un grupo protestante.
Si yo fuera el Presidente de la República y usted es una persona atea y es excelente yo lo nombro de Ministro, para mí no cuentan tanto sus ideas, si no su actuar, su comportamiento, podemos tener ideas diferentes y yo no tengo que pelear porque usted piensa distinto a mí, lo que no acepto es que alguien sea ladrón, bandido, infiel, porque todo eso afecta la convivencia humana.
La muerte y los corruptos
¿Qué piensa de la enorme corrupción de funcionarios públicos?
La corrupción en todos los niveles es terrible, sector público y privado. Yo a veces quisiera irme a un convento y no hablar más porque este es un país descuadernado, sucio. Uno se aterra de cómo una persona hace un discurso y se presenta como adalid de la honestidad, de la rectitud, y uno mira cómo maneja los contratos, los cargos. Se habla de meritocracia, pero en la práctica no existe; es un país de mentirosos y yo estoy aburrido de tanto discurso que no traduce la verdad.
Usted se encuentra con algunos de esos corruptos en los cocteles y sabe que lo son y los mira a la cara ¿Cómo se siente?
Yo no quiero juzgar, trato de no hacerlo porque no puedo ponerme a decir este es ladrón o bandido. Pienso que la presencia de una persona honesta, yo lo soy, genera una especie de interrogante. Además, a mí no me impacta la plata y la gente que habla de títulos y de honores. A mi lo único que me hace arrodillar es su honestidad, su conducta. No me generan ninguna admiración los pergaminos sociales, económicos, políticos, no me deslumbra nada de eso, sólo la gente recta.
Pena de muerte
Yo a veces les digo a los políticos cuando conversamos que estoy aburrido, de tanto que se habla y nada. Pero eso es parte del circo de la vida, que a usted lo critiquen y siga como si nada. Yo digo Dios tu eres demasiado bueno, yo los mataría, los fusilaría, cómo es posible que aprovechen la debilidad del otro. Me duele la injusticia.
¿Al corrupto hay que matarlo?
Yo creo que no, pero es que me duele que a veces uno siente que el bandido no cambia, se defiende y sigue en lo mismo. A mí me costaría mucho dejar la gente sin que pague lo que han cometido.
Le insisto, monseñor ¿Qué piensa de la pena de muerte para los corruptos?
Es tan difícil porque puede haber actitudes apasionadas y yo pienso que el protagonismo de los jueces es el silencio, me da miedo cuando un juez habla porque debe hacerlo sólo con los fallos y en el silencio de los procesos que sigue. Yo tengo miedo de que cuando un gobierno le gana al otro viene revanchismo y ataca el anterior.
Esto de la pena de muerte me da miedo porque no encuentro actitudes cerebrales, apaciguadas. Siento mucho que hay sesgos y que de acuerdo con el poder reinante se tomen las decisiones.
¿De haber equilibrio en la toma de decisiones, la pena de muerte sería una opción?
Tal vez, pero eso tendría que pensarse mucho, yo no lo veo para Colombia porque es un país muy pasional, llega un gobernante a darle duro al anterior. Yo no veo gente tranquila.
Hay que adquirir posiciones firmes, la pena de muerte sería el último recurso, pero yo ante la actitud pasional del tropical, como somos nosotros, me da mucho miedo la pena de muerte.
Un obispo sin pedestal
¿Cuál es la diferencia entre el buen y el mal sacerdote?
Un sacerdote que sea pasivo, que no atienda, que se le note que es un funcionario que celebra porque toca, eso se capta, una persona que no vibra su fe y su experiencia de Dios y la gente lo quiere a uno en toda parte.
La gente lo trata como un igual y bajó usted de ese pedestal en que se tenía a los obispos en el Huila. Hay gente que elogia eso, pero a otros le parece que es demasiado social ¿Qué reflexión tiene al respecto?
Yo creo que ambos aspectos tienen su validez. Aquí en la ciudad en todos esos encuentros sociales, culturales, de los gobiernos, de las entidades, de las corporaciones, está Froilán Casas aunque no siempre puedo y eso es lo que se registra a nivel de los medios de comunicación.
Aparece Froilán en esos ambientes de la clase política pero no salen las fotos cuando voy a Vegalarga o a las veredas el Cedral, Chapinero, Aipecito, la Pradera, cuando recorro todos estos sitios y estoy con la gente.
Yo llego por ejemplo a una escuela y me meto a la cocina y saludo a la señora y me siento tan feliz con el sancocho que me dan, trato de estar con todos.
En Vegalarga, en la parte que se llama Puerta del Sol un señor me trajo un bulto de naranjas y yo fui a agradecerle y me dijo yo soy evangélico pero le traigo estas naranjas padre, yo lo abracé y le di gracias a Dios porque hay gente tan buena. A mí me derrite la bondad y me duele el desprecio, pero sigo adelante, eso no me va a arrinconar ni a hacer sentir que no soy nadie. Siento el cariño de la gente y la admiro y la quiero mucho.
Yo le critiqué que oficiara misa cuando salió de la cárcel el exalcalde Suárez, consideré que se le había ido la mano…
Respeto esa posición, sólo que no la comparto porque yo estoy con todos. Yo voy a la cárcel y visito esa gente porque yo no soy juez, soy pastor, voy independientemente del que sea y si los meten a la cárcel eso no significa que yo no sea padre y pastor. De pronto en lo que dije no fui más equilibrado, pero al celebrar la misa no me puedo negar, tengo que estar con todos y seguiré estándolo, trataré de estar con los de izquierda y derecha.
Una cosa es acompañar y otra celebrar, señor obispo…
Era agradecerle a Dios porque estar en una cárcel es tremendo. Yo que he estado visitándolos es terrible, como los tratan parecen peor que fieras, les ponen rejas y entrar a una cárcel es tétrico, inhumano, me duele. He estado con la gente, con todos y si me toman fotos qué me importa, soy pastor y tengo que ir y visitarlos, no me interesa ser juez. De pronto debo ser más cuidadoso en los comentarios.
Me ha toca como Obispo visitar cárceles y es duro, Dios me libre de que me toque una cosa de esas, porque es terrible. En Colombia son unos ambientes hostiles, se desprecia a la persona y yo creo que no rehabilita una cárcel, por más delincuente que sea una persona hay que respetarla.
Definición del huilense
¿Cómo denominar a los huilenes?
Querendones, afectuosos, generosos, pero falta más creatividad, nos contentamos con poco y no exigimos. Ocho años del gobierno Santos y no hubo ministro huilense, nos falta un poco más de recursividad, ser prospectivos, aunque hay que ver cómo en el sector piscícola y cafetero han avanzado. Pero a la par hay una actitud paquidérmica como de no querer se proyectivos, falta más empuje.